Siempre se recuerda con fervor la famosa frase de los franceses, en el sentido de que el Derecho sin el apoyo de la fuerza es inoperante y la fuerza sin el Derecho es la barbarie. Como seguimos celebrando el Bicentenario de la Independencia y también se recuerda con orgullo la vocación civilista de Colombia que nació con la famosa Constitución de 1821.
En la Academia Colombiana de Jurisprudencia presidida por el catedrático y jurista Augusto Trujillo, hubo un interesante debate sobre los precedentes históricos de nuestra República, con la participación del Concejo de Estado, representado por su vicepresidente Dr. Antonio Lizarazo, el Dr. Guillermo Sánchez magistrado de la Corte Suprema de Justicia, Eduardo Durán presidente de la Academia Colombiana de Historia y destacados profesionales de la Academia de Jurisprudencia.
El Dr. Eduardo Durán expresó la urgencia de convertir en tres o cuatro libros, lo relacionado con las causas desencadenantes de la lucha por lograr nuestra independencia, el contenido de la Constitución de 1821, sus consecuencias y la proyección constitucional para la época contemporánea. Desde la brillante época en que el líder cívico José Luis Villamizar Melo lideró campañas por asuntos históricos cívicos en Cúcuta no veía al Dr. Antonio Lizarazo, quien habló de la humanización de la justicia en nuestro tiempo moderno. Antes se miraba al Juez o al Magistrado como algo lejano, incontaminado y aislado de la comunidad. La tendencia moderna descendió del pedestal al operador de la justicia, para que, al calor de la ciudadanía, administre una justicia más eficaz para la comunidad. El Dr. Guillermo Sánchez comentó el fetichismo legal colombiano. Creemos que con leyes y reformas -52 modificaciones a la Constitución del 91- todo se arregla mágicamente.
Del muy movido debate se sacó una trascendental conclusión. El Dr. Augusto Trujillo planteo la necesidad de acercar las instituciones al municipio o lo que es lo mismo al ciudadano de la calle.
Se recuerda una hermosa anécdota. Un político visitó a Francisco de Paula Santander y le preguntó qué quería decir unos códigos encima de una espada en su escritorio. El General Santander respondió. Esto significa que las armas tienen que estar al servicio de las leyes. Por el apego de este proceder a la civilidad el libertado dijo. Y soy el hombre de las dificultades y Santander es el hombre de las leyes. Colombia es tierra estéril para las dictaduras. El pueblo lo proclama. Después de la independencia Venezuela se convirtió en cuartel, Ecuador en un convento y Colombia en Universidad.
En los inicios republicanos, el mundo estaba dominado por los gobiernos despóticos de los reyes. Se habla del derecho divino de los monarcas. Con la Revolución Francesa, con la enciclopedia, con la libertad de EE.UU., se demostró que el único poder fuerte y definitivo era el poder del pueblo. Por eso se dice que la soberanía reside en la entraña nacional y popular.
La peor de las democracias es preferible al mejor de los despotismos. Acertado que festejemos el civismo colombiano.