DIEGO ARANGO* | El Nuevo Siglo
Jueves, 25 de Agosto de 2011

La corrupción electoral


“Es un acto que va en contra del legítimo derecho al sufragio”


LA  corrupción electoral es un acto que va en contra del legítimo derecho al sufragio de los ciudadanos, en contra de las instituciones políticas y de la democracia. Es una descomposición que se le hace a la sociedad cuando se altera fraudulentamente la voluntad popular de elegir y ser elegido, va en contra de la moral individual y la moral pública porque afecta los intereses de toda la sociedad, pues la legítima elección es la expresión de la voluntad mayoritaria de un país y su distorsión destruye el correcto sentimiento popular generando el uso ilegitimo del poder del Estado a manos de los corruptos.


Aquellos que optan por la corrupción electoral son invasores ilegítimos que roban, defraudan y se aprovechan del poder público para su beneficio personal o el de terceros con los dineros del país, se burlan de las leyes y de la sociedad, irrespetan el orden establecido como piratas o asaltantes de la más vulgar calaña, pues en ellos se confía la administración del país, el uso de nuestros dineros que pagamos como impuestos, el desarrollo de la nación, la educación de nuestros hijos y el futuro de nosotros mismos. Cómo podríamos colocar a administrar nuestros bienes personales a un ladrón o asaltante de la calle; cómo podríamos darle el poder de decidir nuestra suerte a un pícaro y estafador; cómo podríamos entregar la justicia a manos del fraudulento. Pues bien, cuando se vota por alguien que ha comprado el voto o regalado mercados, electrodomésticos, becas, trago, comida o falsas promesas, se está entregando el poder a un delincuente. Cuando se vota por alguien que sus prácticas son la de robarse el sufragio en la mesa electoral comprando jurados, registradores y delegados, se está cometiendo un crimen contra la gente; cuando una persona se está prestando por favores o dinero a trastearse a otra población diferente a la de su residencia para votar por alguien, está siendo cómplice de un delito de trashumancia electoral y de un pecado contra la sociedad.


Es tan grave o quizás peor el ser copartícipe en la corrupción electoral como la de una estafa, porque se trata de lograr resultados por medio de la farsa, el fraude, engaño y robo. Quien lo propicia, quien lo hace y quien se presta para hacerlo es igual de corrupto, no hay diferencia, pues peca quien da y quien recibe. La corrupción electoral conspira contra la pureza del voto, contra la voluntad legítima de un pueblo, contra la democracia y lacera el correcto funcionamiento del Estado que finalmente se manifiesta en violencia, desigualdad, injusticia, hambre y miseria de los más débiles y desposeídos, pues finalmente estos son las víctimas de este atroz crimen contra la sociedad.
*Presidente Teleamiga Internacional