Al término del año bisiesto, en un mundo de guerras y terrorismo, con el gobierno sirio proclamando la recuperación de la ciudad de Alepo arrebatada a los rebeldes gracias al apoyo ruso, en medio de la destrucción y centenares de niños muertos o deambulando desnutridos, asombrado ante la vocación suicida del Estado Islámico, registro en Colombia la noticia del acuerdo de Paz cuyos efectos se sienten.
Los ataques guerrilleros han desaparecido, es más cálido el abrazo familiar. El miedo a desplazarse con las llamadas “pescas milagrosas” no existe, disfrutamos de las obras de infraestructura vial, la semana pasada quedó lista, la autopista Bogotá- Tunja.
Luego de un lustro de diálogos debemos reconocer el esfuerzo de los negociadores del Gobierno, de la sociedad y las manifestaciones de los voceros de las Farc que cambian la lucha armada por la participación política y anuncian la formación de una colectividad dispuesta a conseguir respaldo popular en las urnas. La perseverancia produjo resultados, no fueron vanas observaciones oportunas que sirvieron para culminar el proceso de negociación.
Debo decir, eso sí, que la forma de implementarlo después de conocido el resultado desfavorable del plebiscito sobre puntos controversiales, por el camino de la “vía rápida,” es manoseo clientelista de la Constitución. Los errores tendrán que enmendarse, lo grande es la decisión de vivir civilizadamente. La memoria colectiva falla en ocasiones, conviene recordar, comparar, congratularnos por la concordia.
Comenzó enero del 2017 con alzas y efectos de la reforma tributaria, - ya se habla que tampoco sirve la aprobada con arrodillada unánime hace pocas horas-, incremento del salario mínimo inferior al aumento de precios de artículos de primera necesidad, cascada de impuestos, golpea la corrupción, aparecen cada día más nombres de funcionarios públicos y contratistas involucrados en ella, esto afecta pero no borra la noticia del advenimiento de la Paz así los medios se vean precisados a abrir titulares con la palabra guerra. Hay que cuidarla, aquí todavía aparecen intentos de perturbarla como lo indica el extraño atentado contra la fuerza pública acaecido al norte de Bogotá y su autoría.
Para que ella produzca los beneficios deseados, tiene que haber lógica, liderazgo, y no reducirse al reparto burocrático, al otorgamiento de favores inmorales, las presiones clientelistas en nada contribuyen al desarrollo social equitativo. La capacidad de gasto gubernamental es inmensa, la reducción del poder adquisitivo de los colombianos afecta principalmente a los ciudadanos de menores recursos e ingresos.
Seguimos pendientes de los diálogos con el ELN que ojalá lleguen a buen puerto y se conviertan en nueva positiva. Nunca es tarde para hacer realidad esta esperanza