El ambiente y la supervivencia | El Nuevo Siglo
Viernes, 18 de Junio de 2021

Algunas veces me cuesta trabajo entender esta sociedad actual, en la cual se generan protestas violentas contra el maltrato animal y contra la violencia que contra éstos se ejerce. Se defienden los derechos de las mascotas, se estigmatizan los experimentos científicos que se basan en animales de todo tipo, y se desconocen los derechos de los seres humanos, que, al fin y al cabo, somos el primer animal que habría que proteger y preservar.

La discusión filosófica no está en si se debe o no proteger el planeta, su flora y su fauna; la respuesta a este planteamiento es obvia, la discusión está en ¿Para qué se debe proteger? Y es ahí en donde radica la principal dificultad en el análisis a realizar.

El ser humano, debido a su capacidad de razonamiento, ha desarrollado muchas alternativas de defensa contra sus depredadores naturales, pongamos como simples ejemplos; las vacunas, las construcciones, los insecticidas, la medicina, y otras muchas que harían larga la lista. Pero estos desarrollos han roto el equilibrio ecológico del planeta y han hecho que todo el sistema natural de pesos y contrapesos que genera la naturaleza se rompa; de esta manera el ser humano está consumiendo recursos que su ciclo natural no debiera consumir y está acabando con ellos.

Surge entonces la pregunta ¿Debería el ser humano renunciar a las ventajas que le otorga su inteligencia, con miras a aumentar su posibilidad de supervivencia en el planeta? Y la respuesta es evidente, claro que no, eso sería una tontería; lo que debe hacer es tratar de manejar los recursos de manera tal que logre aumentar la expectativa de un planeta habitable por más tiempo; ahí es en donde estamos fallando.

El asunto fundamental es que la naturaleza tiene recursos no renovables que son finitos por definición, pero los cuales tenemos que manejar de manera circular, logrando así que perduren en el tiempo; de otro lado existen recursos renovables, estos tienen ciclos de renovación que deberíamos cuidar de no exceder y que inclusive podríamos consumir a un ritmo menor que el de la renovación de los mismos. Lo que realmente falta es un conjunto de políticas públicas que impulsen estas dos estrategias y un fortalecimiento de los entes de control que garanticen el seguimiento y cumplimiento de dichas políticas.

Por ahora el Ministerio de Ambiente y Desarrollo territorial sigue anquilosado en un sistema excesivamente burocrático, que está mas fijo en la forma que en el fondo; si realmente se quiere hacer algo por nuestras futuras generaciones deberíamos estar levantando una línea base ambiental del país, de manera tal que podamos reglamentar, que no prohibir, las actividades que permiten la supervivencia de la especie, en conjunto, con el desarrollo de la economía.

No sobra insistir en la necesidad de una justicia eficiente y capaz, para el manejo de los problemas ambientales. Sin que esto ocurra, la justicia ambiental seguirá siendo lo que llamaban algunos políticos “un saludo a la bandera”

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@alvaro080255