Virginia en otoño maravilla con los colores con los que se viste la naturaleza y las cosechas de uvas, manzanas, calabazas y otras delicias en esta época del año.
Del aeropuerto de Washington DC salimos sin demora, en carro alquilado, hacia el Parque Nacional Shenandoah, localizado a unas dos horas de la capital estadunidense. La entrada norte de la carretera está en un pueblito llamado Fort Royal. Desde allí se recorre la cresta de las Montañas Azules (Blue Mountains) por 168 km.
La estrecha carretera, de solo dos carriles, se cubre con las ramas de frondosos árboles formando túneles naturales de magníficos colores. Para embellecer aún más el paisaje, aquí y allá, asoman ocasionalmente venados, zorrillos, ardillas y, si uno es afortunado, algún oso u osa con sus oseznos.
Es imposible describir la hermosura de los ocres, azafranes, ámbares, carmesís, violetas y borgoñas de las hojas otoñales. Es la esplendorosa manera cómo la naturaleza despide el verano.
Días después nos despedimos del parque por la salida sur para continuar hacia la interesante ciudad de Lexington, donde se encuentra el Instituto Militar de Virginia (VMI), la escuela militar más antigua de Estados Unidos. Aquí estudiaron militares de la importancia de Robert E. Lee, comandante de los ejércitos confederados durante la guerra civil estadounidense y el General George Marshall, premio Nobel de Paz, por su magistral obra como director del programa de recuperación de Europa al final de la II Guerra Mundial.
En las afueras de Lexington está el puente natural de piedra más grande del mundo, cuya altura es mayor a la de un edificio de 30 pisos.
Dirigiéndonos ahora hacia el este atravesamos zonas de viñedos y cervecerías artesanales que sostienen las crecientes industrias vinícolas de cerveceras de Virginia. Pasamos la noche en Charlottesville donde visitamos la histórica plantación Monticello, vivienda de Thomas Jefferson, tercer presidente de USA. Además, recorrimos la Universidad de Virginia, una de las más antiguas del país, fundada y diseñada por Jefferson.
Terminamos este recorrido en Williamsburg, el pueblo colonial mejor conservado de Estados Unidos. Es este un “pueblo museo”, donde todo se conserva tal como era a finales del siglo XVIII durante la Revolución de Independencia de Norteamérica. Las casas, tiendas, inclusive el juzgado y la armería, funcionan tal y como eran en esa época y las gentes visten y actúan como sacadas de un libro de historia. Oímos a George Washington, (o sea, al artista que lo representó) vestido de general, convincentemente explicarnos su estrategia para derrotar a los británicos. En las tabernas antiguas se come y bebe lo que se comía y bebía en esos tiempos. Vivimos el pasado de una manera maravillosa.
Visitamos también Yorktown, a solo 20 minutos de Williamsburg, lugar donde llegaron los primeros colonos ingleses a estas tierras en 1606 y el Museo del Asentamiento de Jamestown, primera colonia inglesa en América. Aquí vivió la princesa indígena Pocahontas. Es aquí donde se considera se fundó la nación estadounidense. Este es un museo espectacular. Se habla de los ingleses, los indígenas y los africanos y el tejido humano que surgió de esa historia. Es una visión, dura y muy autentica; un museo moderno que habla claro.
Virginia es un Estado rico en historia y en belleza natural, en cualquier época del año.