Es realmente inconcebible cómo Colombia ha vivido gran parte de su vida democrática, al menos los últimos cincuenta años, siendo víctima de la violencia en muchos de sus pueblos y ciudades, así como en sus campos y veredas. Gracias a un Acuerdo de Paz comenzó a ver la luz al final del túnel pero, infortunadamente, como secuela maldita de esos aciagos días está siendo sometido en la actualidad a constantes amenazas y chantajes por la vía de constantes marchas y paros.
Tal es el caso del último paro nacional del pasado jueves cuando el país se vio sometido a un estrés generalizado por culpa de la incertidumbre y del miedo los vándalos y desadaptados. Las pérdidas y los perjuicios fueron enormes y nadie responde dando la cara a las autoridades. Un país tan necesitado de reducir la brecha de las desigualdades y con un desempleo rampante se dio el lujo de darle la espalda a la productividad y a la competitividad que os garantiza un mejor futuro.
Desde luego todo este estado de cosas incide mucho sobre el estado de ánimo del alma individual y colectiva. El famoso mal genio bogotano salió a flor de piel por tener que hacer largas caminatas mientras el transporte público paralizaba su trabajo. Los buenos modales volvieron a brillar por su ausencia y la intemperancia hace su agosto. Como nos hace de falta la cultura ciudadana que trató de inculcarnos en su momento el inolvidable alcalde Mockus.
Desde los tiempos de Rojas Pinilla el país no había vivido una parálisis tan caótica. Y nadie sabía a ciencia cierta por qué había que marchar y protestar. Eran todos contra todo. Que la corrupción. Que los servicios públicos. Que el costo de vida. Todo era válido y todo servía de disculpa. El comercio fue, desde luego, el más perjudicado. Al terminar la protesta había perdido más del cincuenta por ciento de sus ventas tradicionales. No fueron millones. Quizás un billón o más de pesos a los saldos en rojo.
Como si fuera poco se nos viene encima la cacareada reforma tributaria. Al esperpento original se han sumado más de doscientas propuestas de los honorables. El lado bueno es que busca bajar el IVA al menos a la mitad. A todo lo que tenga que ver con confecciones y calzado. Un consuelo para los feos: se buscara rebajar las cirugías cosméticas. Lo importante es que se tenga en cuenta la urgencia de bajarlo para los bienes der capital.
Adenda
Hablando de brechas, la misma que existe entre los países desarrollados y los subdesarrollados es similar a la que existe, comparativamente, entre una Sofía Loren y una Amparo Griales.