El fracaso de la política | El Nuevo Siglo
Sábado, 28 de Octubre de 2017

En las últimas horas España se ha sumido en la que podría ser la más grave crisis de su vida moderna. Un ausencia absoluta de diálogo entre las autoridades del Estado y las que han proclamado la independencia de Cataluña ha producido un rompimiento, cuyas consecuencias aún son muy difíciles de prever. El parlamento catalán, con la mayoría de votos separatistas y la ausencia de los de la oposición, en este caso, los partidarios de la unidad, ha terminado por aprobar las iniciativas del presidente regional para protocolizar la separación-.Por su parte  el Senado español autorizó al gobierno de Mariano Rajoy la aplicación inmediata del  artículo 155 de la Constitución Española, que le permitirá intervenir y restaurar lo que él ha llamado "la plenitud de la legalidad nacional".

Ha estallado así una crisis de enormes proporciones y de consecuencias igualmente graves. Por lo pronto los analistas del lamentable episodio han coincidido en advertir que la situación va a significar un peligroso retroceso en el crecimiento español, hasta el punto que podrá producir a corto plazo un enorme déficit fiscal, que superaría los trece mil millones de euros, sin estimar ni calcular los perjuicios de toda índole que en el entramado empresarial y de los negocios económicos este problema acarrearía.

Sin embargo todo esto se venía venir. Las diferencias y los desencuentros son de vieja data. Vienen desde los tiempos anteriores a la dictadura de Franco, la que manejó con mano de hierro esas relaciones. Con el advenimiento de la democracia fueron muchos los intentos catalanes para lograr una máxima autonomía, pero estos chocaron con los temores madrileños de perder la que es quizás más rica y próspera de todas las provincias hispanas.

Hoy se ha llegado al punto de quiebre sin que alguien sepa, a ciencia cierta, cual es la fórmula mágica que permita la convivencia de ambos intereses. Es muy probable que la Unión Europea, que se ha adelantado a apoyar a España para agitar que el mal ejemplo cunda, termine por mediar en una solución que por ahora no se vislumbra como fácil. El propio Rey Felipe ha llamado a la unidad y ha condenado enérgicamente al movimiento separatista. Los próximos días serán de una máxima tensión y se teme incluso, que con miles de manifestantes de lado y lado, puedan llegar a producirse hechos de violencia. Europa y España no se pueden dar el lujo de dejar que la crisis se incremente porque la estabilidad política de ambas está en juego.

Adenda

En Colombia deberíamos tomar atenta nota de estas graves situaciones, para evitarlas en el futuro. Aunque no exista  movimiento separatista que puedan preocuparnos, no es menos cierto que hay regiones de nuestra geografía que no pierden oportunidad para, so pretexto de un  federalismo mal entendido, dejar entrever su malestar con el centralismo a veces exagerado de las autoridades bogotanas. Por lo pronto hay que tenerle cuidado a los reclamos de los departamentos costeños y las regiones de frontera.