Las alzas no tienen techo. En la reforma tributaria se estableció el llamado impuesto “verde” al carbono para obtener recursos en defensa del medio ambiente, la gasolina subió, se trepó también con los tres puntos adicionales del Iva, ahora viene otro incremento al desecharse la resolución con el cambio de la sobretasa y el precio de referencia a los combustibles que quitaría ingresos a las regiones.
El anuncio de que se suprimirían recursos ocasionó protesta de alcaldes y gobernadores, defensores de las transferencias destinadas a la conclusión de obras de infraestructura. Cándidamente pensábamos que dichos traslados se cubrirían con el mayor porcentaje del impuesto al valor agregado; nos equivocamos, el faltante será pagado por propietarios de automotores, transportadores, usuarios, comerciantes, compradores obligatorios de peajes. Se promete la gradualidad en la aplicación de la medida y la presentación al Congreso de un proyecto de ley tendiente a suavizar el golpe, pero sus efectos comienzan a sentirse.
Los mandatarios regionales y locales exponen argumentos valederos. Sin embargo la determinación implica un esfuerzo descomunal cuando angustiados sufrimos el estrés, el aumento del IVA al 19 por ciento, el desborde del gasto, los perjuicios por la suscripción de contratos corruptos. Es contraproducente tapar así huecos fiscales con apoyo de dirigentes, funcionarios y parlamentarios que utilizan gasolina gratis.
El Gobierno agota los ingresos provenientes de los ciudadanos, vende empresas sin importar cuestionamientos, traba la creación de empleo, intenta convencer a las calificadoras de riesgos de no rebajar la clasificación del país con respuesta negativa, adopta como programa buscar aprobación de “reformas estructurales,” por ejemplo, la referente a la disminución de la edad de los votantes o la supresión del cargo de vicepresidente de la República, cortinas de humo para disminuir la percepción de la compleja situación social.
En Colombia la gasolina es de las más caras del hemisferio a pesar de ser productores de petróleo. Aumenten o disminuyan los precios internacionales continua el déficit y subsisten impuestos disfrazados. Existe consenso en la oposición a los aderezos tributarios, la democracia pierde valor si se cree que los ciudadanos votan con criterio masoquista a favor de la tributación injusta. Somos conscientes de las dificultades para administrar, reconocemos realizaciones del Gobierno, pedimos en la gestión pública sentido común, no consideramos salvadora panacea subir constantemente el costo de vida para cumplir compromisos adquiridos por el Estado, urge encontrar fórmulas diferentes a las de hurgar el bolsillo de los contribuyentes y asusta ver la aparición en los medios al señor ministro de Hacienda, experto en dar malas noticias. La paz se relaciona con los impuestos. Jugar con candela y mermelada resulta peligroso.