Mucho hemos hablado de la crisis en la rama judicial. Fallos contradictorios entre una y otra corte, incluso entre salas de la misma corte. El día de antier pasará a la historia colombiana como aquel donde la justicia perdió todo sentido en Colombia.
En menos de 24 horas, el Consejo de Estado determinó que un bandido en la cárcel conservaba su curul como congresista. ¿En qué quedó el decoro requerido para un congresista? O es que pretenderán diferenciar un bandido de las Farc de un delincuente común y cambiarán en breve la terrible jurisprudencia. Vuelve un extraditable al Congreso, esta vez con la ayuda de las altas cortes.
Un rato después la Corte Suprema de Justicia libera a Santrich. Hace sólo unos meses había dicho que Santrich al no estar posesionado no era congresista y no tenía fuero parlamentario y por ello la CSJ no podía conocer de su caso. Esa misma CSJ decidió que ahora si es congresista y que tiene fuero. El resultado es que le conceden la libertad a Santrich pese a dos acusaciones de la Fiscalía, solicitud de extradición de los EE.UU., y pruebas que todos conocemos.
En la tarde, la Corte Constitucional decidió cambiar también su jurisprudencia, recudir de las mayorías absolutas requeridas para reformas importantes con impedimentos y sillas vacías. Acomodaron los números para decir que las objeciones habían sido rechazadas.
Pese a que la propia Constitución, en su artículo 167, precisa que para la votación de objeciones se exige la mayoría absoluta de “los integrantes de una y otra cámara”. Ahora, según la CC, con los impedidos dejan de ser integrantes.
La propia Constitución dice que la nulidad de la elección da lugar al remplazo de la curul, y por lo tanto, no hay silla vacía. Esa curul debe hacer parte de la cuenta de quienes integran la Cámara. Hace pocos días el Consejo de Estado decretó la nulidad de la elección de Aida Merlano al Senado, sin embargo, la Corte Constitucional consideró que se debía excluir del número de miembros de esa Corporación.
Claro que sí; la CSJ dijo que era congresista Santrich aún sin posesionarse; pero ese mismo día, dice la Corte Constitucional, que Iván Márquez por no haberse posesionado no es congresista y por lo tanto, se excluye de las cuentas. Así con los 47 votos se “rechazaron” las objeciones y de un tajo también varios artículos constitucionales dejaron de existir.
Cada ser humano tiene su posición política, pero la ética del trabajo exige que aquella se aparte para cumplir funciones. Más cuando se es juez. En nuestra Colombia los jueces fallan con los ojos abiertos para favorecer su propia posición política; a conveniencia. Aquellos estudiosos del derecho que observan el horror guardan silencio por lealtad a la postura política que comparten. Todos le fallan al país.
Las instituciones no son las personas que las integran porque son transitorias y falibles, hoy la ley es un chiste, que se acomoda, como una caricatura del ejercicio interpretativo. Una dolorosa historia que habrá que recordar cuando las consecuencias de la pérdida institucional se hagan más factibles.