La “Cumbre de los Pueblos,” de corte socialista, se congregó en Mendoza, Argentina, a propósito de la reunión de Mercosur, para apoyar al gobierno de Venezuela, con la tesis de que la oposición al Presidente Nicolás Maduro es de derecha, contraria a los postulados de la “Revolución Bolivariana.
La realidad es otra, existe una causa nacional que une multitudes, en las manifestaciones observamos a personas de todas las clases sociales, empresarios, intelectuales, estudiantes, deportistas, sindicalistas, obreros, campesinos. Cuando actuaban los partidos Acción Democrática, el Demócrata Cristiano, el Comunismo, se hablaba de izquierdas y derechas. Ahora la crisis es nacional, la guardia Bolivariana muestra fisuras y solamente un gran acuerdo patriótico permitirá superar el problema que afecta a la República, el cual no se resolverá con la insistencia en someter a votación la creación de una constituyente amiga. Modificar Constituciones, hasta la impulsada por el chavismo hace nueve años, contradice el sentido común. La situación económica, el desabastecimiento de artículos de primera necesidad, el desempleo no cambiarán con ella, ni sus decisiones influirían en los precios del petróleo. La disminución de ingresos, el déficit fiscal, la merma de la producción agrícola, el control de la carestía, son retos imposibles de afrontar en medio de la turbulencia.
Recordemos que previas manifestaciones masivas, enfrentamientos y disturbios, fue consolidándose un movimiento nacional contra el dictador Marcos Pérez Jiménez. Al inicio de 1958, el 21 de enero, fue convocada huelga general en solidaridad con unos oficiales detenidos por participar en fracasado alzamiento militar y el 23 de ese mes Pérez se cayó, sin alcanzar la celebración del referendo con el cual pretendía prolongar su gobierno.
Es cierto que posteriormente la corrupción impulsó al coronel Hugo Chávez a intentar un golpe contra el segundo mandato de Carlos Andrés Pérez, que el presidente Rafael Caldera lo amnistió, que hizo política con base en el descontento popular, que promovió una constituyente y logró la revocatoria de la Carta anterior, pero eso no tiene relación con el embeleco de la anunciada en el 2017, tendiente a desconocer la voluntad popular, a evitar la realización de elecciones libres.
En la historia hay pronunciamientos irreversibles. Para evitar más derramamiento de sangre y continuar con la represión minando la estructura institucional, el presidente Maduro, no poseedor de grados castrenses, amparado en otro capítulo del militarismo latinoamericano, debiera entender la fragilidad de su mandato y lo ocurrido en los días previos a la estrepitosa caída de Marcos Pérez Jiménez. Venezuela grita y conviene escucharla, el clamor se siente por todas partes, nos solidarizamos con el pueblo hermano.