El plomero | El Nuevo Siglo
Jueves, 8 de Diciembre de 2022

Dicen que cuando ya se pierde el respeto ya se pierde todo... Así como el cumplimiento implica respeto, el incumplimiento implica irrespeto. Pero incumplir parece estar de moda y ser un estándar, así como un valor en Colombia pues del presidente para abajo incumplen.

Supe hace poco de una comida que hizo una embajada acá en Colombia e invitó a otros embajadores como es usual. Y por decir algo la comida era a las 7:00 p.m. y eran las 8:00 p.m. y no había habido comida.  Pues hubo varios embajadores que tomaron esto como una falta de respeto y se fueron.  Yo habría hecho lo mismo.

Si contacto un plomero para que vaya a las 8:00 a.m. a hacer unos arreglos y son las 11:00 a.m. y no llega, pero me llama su mano derecha a anunciarme que ya casi llegan que los esperemos que tenga paciencia… ¿Qué hace uno?  Pues buscar otro plomero y jamás volver a tener en cuenta ese tipo. Por poco serio. No recomendarlo jamás. Era a las 8:00 a.m. no a las 11:00 a.m.

El presidente parece que no tiene respeto por nada ni por nadie, pues no le cumple sino a unos pocos privilegiados. Cancela citas a último minuto. Organiza comidas y no asiste siendo el anfitrión.  Ha dejado a todas las instituciones plantadas: la justicia, los militares etcétera. Solo le cumple a los caudillos populistas -de elección popular- que no representan a ninguna institución.  En resumen, en tres meses largos ha dejado plantado a todo el mundo menos a esos que resultan ser más importantes que las instituciones.

El colombiano más cumplido y puntual debería ser el presidente. Es el primer servidor público. Representa a todos los colombianos. Es nuestra cara en cualquier tipo de evento en Colombia y en el exterior. Si su forma de ser y educación le impiden cumplir pues no sirve para ser presidente pues ese rasgo es más bien propio de un déspota. Un soberano que gobierna con un poder total y absoluto sin someterse a leyes ni limitaciones ni protocolos ni horarios ni a la regla más básica de cortesía. Algo que también puede ser entendido como un abuso de poder pues ¡yo soy el presidente de la república! entonces que me esperen. Que me busquen. Que se acomoden a mis hábitos y mi forma de ser. O que se jodan. ¡Soy el presidente! Es un acto básico de respeto por los demás…

Será por eso por lo que ordena convertir en directores y líderes en el camino hacia la paz total a enfermos mentales que otrora ejercían de terroristas. Quienes no tenían problema en poner bombas en un baño en un centro comercial de día en pleno fin de semana familiar o incinerar policías en un CAI.

Desafortunadamente en la democracia nos toca aguantarnos al “plomero”. Y el “plomero” sabe a qué palo se trepa y tiene claro que en el nombre de la democracia colombiana todo se vale y lo mejor sin consecuencias…

juanfelipereyes@hotmail.com