De gran eficacia el empeño del procurador Fernando Carrillo Flórez por reconocer el pujante liderazgo de la mujer en lo social, político, económico, jurídico y financiero. En la misma Procuraduría trabaja un destacado grupo de mujeres que brillan por su conducta acrisolada, su entereza y su sólida formación académica. El machismo mundial y sobre todo colombiano, pensaba hasta hace poco que la inteligencia, el carácter y el dinamismo, era preferentemente masculino. Se relegaba a la mujer a un segundo plano. Las estadísticas más confiables indican que cuando 20 hombres delinquen, solo una mujer resulta sumariada. En este momento tenemos 120.000 hombres encarcelados y 11.500 mujeres privadas de su libertad.
La misma Revolución Francesa al proclamar los derechos de la humanidad, excluyó a la mujer. En la educación, en la academia, en el terreno humanístico se le señalaba un espacio insignificante a la mujer como si fuera una discapacitada mental o una minusválida moral. La realidad, en las últimas décadas ha demostrado todo lo contrario. Ya se le protege jurídicamente con la misma generosidad que al hombre. Ella es más celosa en el manejo de los dineros, intereses y derechos de todo el mundo. Abundan las damas que se desempeñan con gran vigor en varios frentes: el orden en el hogar, cuidado de los niños, atención al esposo, el trabajo de oficina y otras actividades. La campesina libra jornadas agobiantes. Atiende los animales domésticos, la huerta casera y en el trabajo material se esfuerza con igual o superior energía que el hombre.
La verdad es que tradicionalmente la mujer ha soportado el mayor peso del atraso y las injusticias sociales, especialmente en los países llamados tercermundistas o subdesarrollados. El rebusque económico cuando es cabeza de hogar. En las naciones en vía de desarrollo, el hombre es valiente para tener hijos irresponsablemente y cobarde para asumir las responsabilidades y gastos de crianza, educación y sostenimiento monetario de la familia.
Venciendo viejos prejuicios y superando mentalidades atrasadas, los planes de desarrollo deben reservar un lugar amplio y destacado a la mujer si queremos ser justos.
En Colombia, cuando por razones de austeridad se hacen recortes en el personal administrativo, las primeras sacrificadas son las mujeres.
El machismo empieza en el hogar. La cuna de la “niña” se adorna con mariposas, flores, pájaros de colores suaves. La cuna del “niño” se invade de caballos, carros, barcos y colores fuertes. Al varoncito lo mandan a la calle a jugar con sus amigos y a que practique deportes duros como el fútbol, manejo de armas, cacería. A la niña, la mantienen en un ambiente recogido, cocinando, ayudando a los oficios domésticos. Al joven le dicen que se nace para mandar, dominar, ser jefe y líder. A la mujer se ambienta para la obediencia, el sometimiento y el culto al hombre superior y privilegiado. Todos estos elementos conducen a que la desigualdad en el trato de la mujer subsista con todas las cargas y expresiones que esto conlleva.