Con el cambio de gobierno se viene agudizando en el ambiente popular una preocupación o curiosidad sobre si habrá o no, un pronto relevo en los mandos de la fuerza pública, hasta el punto de originarse debates en diferentes sectores, tratando de adivinar la fecha de tan cacareada remoción, que tanto preocupa, pero que en el fondo no tiene nada de urgente.
Seguramente la historia nos da cuenta que en épocas pretéritas, en varios gobiernos los mandatarios de turno se apresuraron a efectuar ajustes de rigor en la cúpula de las instituciones, debido a cierta urgencia de atender asuntos de suma importancia para el novel gobierno o simplemente se dejaron presionar por los accidentes que un cambio de gobierno puede generar de cara a la oposición. Pero ese proceder no fija una costumbre y mucho menos es de rigor, por lo tanto sería saludable que el mandatario de turno se tomara el tiempo necesario, analizando cada uno de los ajustes que juzgue convenientes para la buena marcha de su gobierno, porque en lo que si hay claridad meridiana es en la necesidad de tener una coordinación y compromiso permanente del jefe supremo de las fuerzas, con los mandos y estados mayores comprometidos en el manejo de las instituciones y del orden público, tanto externo como interno.
Ese razonamiento para evaluar las personas y los cargos es más beneficioso que perjudicial y el tiempo que se invierta en la escogencia le permitirá al señor Presidente conocer más a fondo las instituciones y los hombres que las componen, porque estas decisiones tienen la importancia de entregar una considerable responsabilidad a personas que asumirán grandes retos, donde por encima de las simpatías, padrinazgos o palancas están las capacidades, formación y trayectoria de los escogidos para dirigir las instituciones, que son el soporte de la democracia y el seguro de la futura paz.
Sería saludable entender el momento histórico que vive el país, el trayecto recorrido con el tema de las negociaciones para la paz es muy espinoso, sin contar otros episodios en ese mismo sentido, que seguramente le esperan y exigen un grupo de dirección bien intencionado, que tenga una plena identidad con las políticas y pensamiento del gobierno, estadio éste donde jugarán papel protagónico los mandos de la fuerza pública, quienes deben interpretar con profesionalismo, carácter y patriotismo ese rol que deberán jugar, donde la obediencia es reflexiva, teniendo en cuanta su filosofía y doctrina institucionales que nunca han sido negociables.
Lo anterior demanda prudencia, sensatez, mesura, y reflexión de parte del Ejecutivo para, de ser necesario, escoger entre un nutrido grupo de candidatos que reúnen las condiciones imprescindibles, los que a su juicio lo deben acompañar en esta dura y patriótica tarea.