El recluso tiene rabia, o impaciencia por la pérdida de su libertad; no trabaja, pues, a gusto. Así se ha visto a través del estudio de la psicología carcelaria, y esto le merma rendimiento a su obra. El recluso no clasificado con el rigor que exige el tratamiento laboral, daña los materiales, rompe, extravía o saca furtivamente las herramientas para no trabajar, para ofender con su acto irrespetuoso al maestro, guardián vigilante o para formar su propio arsenal. Pero por sobre esto, la jornada de 8 horas escasamente se cumple, pues hay retardos en las salidas, el horario de las comidas se prolonga o se recoge el personal anticipadamente, o por algún motivo de orden interno o externo hay que interrumpir la jornada laboral.
Bien que hay estímulos tributarios, lo anterior se debe tener en cuenta, por ejemplo, para el arriendo de los espacios, el pago de los servicios, el alquiler de la maquinaria de manera que se ciñan a una justicia proporcional que anime a los particulares a hacer la inversión y que la administración obtenga una ganancia justa y satisfactoria, evitando la explotación del trabajo de los reclusos, fenómeno muy frecuente en ese medio.
Uno de los grandes males que ha tenido el producto carcelario es su venta. El artículo de las prisiones no tiene mercado, queda restringido a los visitantes que son tan pobres como la inmensa mayoría de los reclusos. Pero lo que más perjudica sus obras es su imperfección y el mal gusto de ellas. El interno ha carecido de maestros que lo guíen, lo enseñen y lo corrijan. Se encontró casi siempre dizque profesores de zapatería que no sabían ni siquiera amarrarse el cordón de los zapatos. El producto en estas condiciones no puede ser sino ramplón. Esto debe cambiar con expertos maestros que pongan al recluso frente a modelos que aviven su imaginación y que cambien su gusto por obras siempre mejores que no lleguen a tener tacha.
En este campo se registra en la nueva legislación penitenciaria y carcelaria, la sociedad de economía mixta “Renacimiento”, cuyo objeto precisamente es la producción y comercialización de bienes y servicios fabricados en los centros de reclusión. Si tiene éxito esta empresa podrá extender su radio de acción a la constitución de empresas mixtas, a estimular la creación y funcionamiento de cooperativas, y a financiar microempresas de ex reclusos.
Esta empresa ya se ha puesto en marcha con un aporte de capital accionario por parte del gobierno de un 51%. Se creó “Renacimiento” porque a la luz de los análisis, se concluyó que las formas de trabajo que han regido en las cárceles han sido nulas para apoyar los procesos de resocialización, como tampoco fueron nunca productivas desde el punto de vista económico, ni para el sistema penitenciario y mucho menos para el interno.
En cambio con esta nueva organización, las ventajas son múltiples ya que la comprensión de los establecimientos penales más importantes ofrece oportunidades laborales excelentes, que atraen a empresarios con posibilidades de suministrar tecnología, capacitación y mercado al trabajo carcelario, siempre que se les ofrezca oportunidades o incentivos de tipo económico y administrativo como ahorro en costos fijos, régimen laboral y tributario especial.