“Una amenaza que debe ser conjurada sin contemplaciones”
Con ocasión de las marchas realizadas desde el 21N se ha puesto en cartelera una película que hemos visto numerosas veces y cuyo objeto y finalidad son siempre repetitivos: negociaciones de paz con el Eln. Forma parte de una partitura de sinfonía inconclusa pero útil para promover y estimular escenarios de violencia que alboroten las angustiados voces de los denominados amigos de la paz, prestos siempre, con ingenua ilusión, a apaciguar la sanguinaria conducta de los violentos y supuestamente detener sus acciones criminales. De nada han servido los fallidos intentos de las tres últimas décadas para que los mencionados “pazólogos” entiendan la naturaleza delictual y demencial de esa organización armada y su papel en el escenario político que hoy sacude al continente.
No sorprende que esa iniciativa se produzca en el mejor momento que haya conocido el Eln en su oprobiosa historia delincuencial. No es solamente una fuerza protegida por los regímenes de Cuba y de Maduro, sino también socio del sátrapa venezolano en todas las lucrativas actividades de narcotráfico y minería ilegal y fuerza armada a su servicio para sometimiento de toda oposición interna, así como también pieza importante en la supervivencia del régimen cubano, faro ideológico y político de todas las fuerzas de izquierda en el hemisferio.
Se halla inmerso en una estrategia geopolítica en la región que tiene en su mira a las democracias americanas como la chilena, la ecuatoriana y principalmente la colombiana. Su papel debe centrarse en facilitar el acceso de la izquierda al poder. Ello explica la simpatía que le profesan la izquierda y sus despistados “idiotas útiles” como también ilustra sobre su meta de hacerse al dominio del narcotráfico y de la explotación ilegal de los recursos mineros, al costo del sangriento enfrentamiento que adelanta con el Clan del Golfo y otras organizaciones de igual naturaleza, y en el que ya cuenta con el apoyo del movimiento “Nueva Marquetalia” de Iván Márquez y Santrich. Y en el inmediato futuro, con la consolidación de acuerdos comerciales con poderosos carteles de la droga. No se trata de una amenaza despreciable para la democracia y la paz en el continente y debe ser atendida y conjurada sin contemplaciones.
Los colombianos no debemos olvidar el atentado terrorista contra la Escuela General Santander, porque facilitaría la arremetida que se observa contra la Policía Nacional, hoy reconocida como ejemplo de profesionalismo y de formación en el respeto de los Derechos Humanos. Le asiste razón al presidente Duque exigir el cese y renuncia a todo acto criminal y la liberación y entrega de todos los secuestrados para iniciar acercamientos con el Eln. Ese es un dilema que ninguno de los comisarios cubanos ha podido dilucidar. Amanecerá y veremos.