Las decisiones que se tomaron al finalizar las negociaciones con el Eln, en La Habana, siete compromisos, muestran tanto la naturaleza diferente de esta negociación con respecto a la que se hizo durante la administración Barco con el M-19 y otros grupos o la que hizo la administración Santos con las Farc y que culminó en 2016. La diferencia fundamental parece ser la de que se identifican algunos avances y estos se van implementando, sin esperar la finalización de la negociación. O sea, que el postulado que inspira muchas de esas negociaciones y que dice "nada está acordado mientras todo no esté acordado" no rige en este caso.
La creación de un fondo multidonante, con recursos provenientes de la comunidad internacional y que tendría una vigencia de un año, es un ejemplo importante de esta nueva estrategia de negociación. Vale la pena hacer algunas reflexiones al respecto. No es cualquier cosa que países, instituciones internacionales o fundaciones contribuyan a crear un fondo de esta naturaleza para un grupo que todavía está en armas y que continuará cometiendo actos ilícitos de envergadura, tales como el tráfico de drogas o la minería ilegal. Por supuesto, no conocemos todavía cómo sería la conformación de este fondo y cuáles son las garantías de transparencia para que sea evidente que esos dineros tendrán un objetivo muy claro que es el de favorecer actividades que apuntan hacia el tránsito hacia la paz y no al mantenimiento de un grupo guerrillero que no ha entregado las armas y que no cesa en su actividad ilícita.
Como garantizar un esfuerzo tan complejo en materia tan difícil requiere, como ya se dijo, no sólo de la mayor transparencia sino de una supervisión muy estricta tanto de las entidades donantes como de la sociedad colombiana. Es que se trata de un tema de enorme significación y que no puede prestarse a interpretaciones ambiguas ni nada parecido. Transparencia, transparencia, transparencia. La Organización de Naciones Unidas tiene aquí una responsabilidad descomunal que no puede dar lugar a situaciones tan deplorables como las que se han denunciado en el caso de lo que pudo ser su eventual cooperación con el grupo terrorista Hamás en Israel. Cualquier complicidad, por mínima que sea, con un grupo que todavía es considerado terrorista, y en todo caso con una organización subversiva, será imperdonable y pondrá en tela de juicio la confianza en este organismo internacional. No sé si algo parecido se ha pactado en otra negociación de esta naturaleza porque si ha existido un antecedente tendríamos mucho que aprender de esa experiencia.
El tema de secuestro volvió a quedar en una situación deplorable. Carlos Velandia, excomandante de Eln y ahora promotor de paz critica tanto la temporalidad de la prohibición del secuestro extorsivo, una práctica que él mismo califica como ignominiosa y que se esperaba debería haber quedado absolutamente eliminada en este periodo de negociaciones. Sabemos de la dificultad que siempre ha existido cuando se trata el tema del secuestro con Eln, pero ya estaba más que pasada la hora de ponerle fin entonces para siempre a esta criminal práctica. Entonces, seguirá siendo un tema central en este proceso de negociaciones. Ojalá se escuchen más voces nacionales e internacionales que exijan el rechazo definitivo de todo tipo de secuestro y que la temporalidad tampoco forme parte de ningún compromiso.
Y vendrán temas no menos trascendentales y difíciles como el de la justicia. La gran pregunta es la de si aceptarán la JEP que viene funcionando para el caso de las Farc.
Celebremos los avances positivos y examinemos con mucha cautela la naturaleza de esta nueva negociación. Por favor, nada fácil