Lánguido final de la República “Bolivariana” de Venezuela. Aun cuando el Tribunal Supremo haya rectificado el golpe contra la rama legislativa, el régimen queda más dependiente de las Fuerzas Armadas, a la expectativa de que la Guardia Nacional decida cambiar al señor Nicolás Maduro, nombrarle sustituto o asumir el poder directamente.
Nos hallamos inmersos en otro capítulo de la historia del militarismo en América Latina, recordamos la posición de Juan María Bordaberry, presidente constitucional de Uruguay entre 1972 y 1973, cabeza visible de la dictadura desde este año hasta 1976, quien disolvió el Congreso, las organizaciones sociales, los partidos políticos, suspendió la participación política, auspicio la creación de un Consejo de Estado en reemplazo de la rama legislativa, los militares en el “proceso cívico militar” se adueñaron del poder hasta cuando ese Consejo de Estado, el 12 de junio de 1976, destituyó a Bordaberry y lo reemplazó por Alberto Demicheli. ¡Qué difícil fue el regreso a la democracia!
No son los ciudadanos, ni la mayoría nacional, quienes sostienen al actual Presidente sino los militares; la Fiscal se opuso con razón al rompimiento del orden constitucional y en medio de la crisis económica, de las protestas de la oposición, de la petición para que se otorgue libertad a los presos políticos, conocidos el anunció de aplicación de la Carta de la Organización de Estados Americanos (OEA,) las manifestaciones de varios gobiernos Latinoamericanos, cabe la reflexión expresada hace tiempo por don Guillermo Cano: “Donde no existe la posibilidad del pueblo de expresar su acuerdo o desacuerdo libremente sobre la forma de gobierno y los gobernantes, el terreno está abonado para el caos.”
El militarismo es el predominio del elemento militar en un Estado, se confunde con Democracia en el transcurrir de pueblos hermanos. La fórmula de intervención militar se refiere a la tutela ejercida sobre el poder civil con apariencia de legalidad, se domina sin ostentar el control del poder. Solidarios con la gente de Venezuela, manifestamos la urgencia de encontrar el camino que conduzca a coordinar Fuerza y Derecho, a propiciar la indispensable apertura. El señor Maduro y los chavistas deben aceptar su reducida capacidad de maniobra y que de persistir en la negativa al acuerdo patriótico con la oposición, se impondrá el militarismo. Corresponde unificar a la Nación, la opresión genera violencia, solamente con sentido común pueden lograrse profundas transformaciones de las estructuras políticas económicas y sociales. El experimento de la República “Bolivariana” fracasó, contrastaba con los postulados del Libertador, a él se llegó por la decadencia de los partidos políticos y la corrupción. Hay que enderezar las cargas.