ENRIQUE MORALES NIETO | El Nuevo Siglo
Sábado, 14 de Junio de 2014

Reconciliación entre Santos y Zuluaga

 

No se  entiende  cómo  las  cosas   por  el  calor de una  campaña  presidencial  se  han  salido de madre  y  dos  hombres  que  tienen madera de estadistas se han dejado arrastrar por las  pasiones y no  por la realidad de una Colombia que requiere  posiciones firmes  contra el enemigo común de nuestro  progreso, las  Farc. Pareciera  que el enemigo de la paz para  Santos fuera Zuluaga y que para  Zuluaga lo fuera Santos, olvidando los  dos  que  el  enemigo común  son  las  Farc. Santos y Zuluaga son fieles representantes de nuestro    sistema democrático. Ellos encarnan  la institucionalidad y  de hecho  se han sometido a ella siguiendo sus reglas. No así las Farc, que de  subversivos han pasado a ser narcos y de narcos a terroristas, lo que hace  difícil negociar con ellos sin caer en zonas grises que cualquiera  pudiera ver como una inaudita concesión dependiendo desde el   ángulo  que  se les  mire. Si  queremos  negociar  con  ellos  tenemos  que tratarlos  como  lo  que  son; subversivos, narcos y terroristas y para ello el Estado debe tener una visión única y firme y no  enfrentando a la institucionalidad como ellos han pretendido  hacerlo  y hasta la fecha logrado con mucho  éxito.

Santos tiene  razón en  querer  negociar  la  paz  con una  guerrilla a  la que le reconoce el estatus de “parte” dentro de un conflicto  armado que nos ha  desangrado durante 50 años y que no hemos  podido derrotar con las armas, pero Zuluaga  está lleno de  sobradas  razones para tratarlos como  narcos  y terroristas que reclutan niños  y secuestran. Los  dos  quieren  la  paz  pero  pareciera  que  el  tema que  los distancia tiene  su  núcleo en el tipo de justicia que ha de  aplicárseles, y en el  grado de impunidad que el Estado, el pueblo  colombiano y la comunidad internacional estarían dispuestos a  aceptar con tal de  lograr la  tan anhelada paz. Este debe ser tema de  negociación entre Santos y Zuluaga, si queremos una verdadera  paz.

El tema de si se debe negociar en medio de las balas o de  si  para       continuar con las negociaciones exigir a las Farc parar los actos  terroristas y dejar de reclutar niños, es argumento  loable y que  tiene  mucha sensibilidad social y seguramente electoral, pero a estas  alturas de la negociación sin mucha importancia, en la medida en que  ya se han negociado la mayoría de los  puntos  álgidos como son el  tema de tierras, narcotráfico, participación política y se está   negociando el tema de víctimas. Está bien que Zuluaga se informe de estas negociaciones, y se ponga de acuerdo con el Presidente-candidato en los temas que los alejan: el de  la  justicia transicional   y  penas y el de la  participación  política.

Santos y Zuluaga son buenos líderes, demócratas y formados en los principios de igualdad y libertad. Los dos entienden al país y les  caben en  la  cabeza  sus  problemas  y  soluciones. Deben dejar de  mirarse como enemigos. Actúen como estadistas. El país se los demanda. No podemos permitir que cualquiera que gane las  elecciones nos haga  ver a quienes no votamos por el  ganador como    enemigos. Tampoco podemos aceptar que al final de la campaña el  Presidente elegido quede como si  fuera amigo de las Farc o amigo de los  paramilitares  y  narcotraficantes.

Es curioso, pero la llave de la paz y del progreso para que seamos una  nación libre, democrática e igualitaria la tienen hoy  Santos  y Zuluaga  y  no  las  Farc. Así  que, señores, actúen como estadistas. No sean inferiores a la Colombia que aspiran gobernar.

Una reunión entre los dos para ponerse de acuerdo sobre lo  fundamental cualquiera sea el ganador es imperativo.