ERNESTO RODRÍGUEZ MEDINA | El Nuevo Siglo
Sábado, 13 de Octubre de 2012

Enajenando el futuro

 

Cuando  en l957, Rodolfo Martínez Tono convenció a su coterráneo cartagenero, Raimundo Emiliani Román, ministro de Trabajo, y este a su vez a la Junta Militar, de  que era necesario crear el SENA para que Colombia pudiera salir del subdesarrollo, el país comenzó a contar con una de sus herramientas claves para dinamizar la justicia social, mediante el acceso equitativo e indiscriminado, a la formación profesional de su fuerza laboral. Y lo ha logrado en tal magnitud que hoy la entidad es la más querida institución de los colombianos, según varias encuestas especializadas.

Por eso no se entiende cómo un gobierno modernizador como el del presidente Santos que está persiguiendo la prosperidad para todos, no ha sido coherente con su afán por convertir nuestras empresas en entidades competitivas, sabiendo que esto solo se logra ampliando la base del empleo calificado. Máxime cuando todos los analistas no se cansan de repetir que la única manera de crear riqueza es mediante el crecimiento económico, que trae consigo el fortalecimiento del aparato productivo. Y que para poder hacerlo se necesita capacitar la mano de obra, en todos los niveles y en todos los sectores.

El equipo económico gubernamental pareciera olvidar que “la materia prima humana”, a diferencia de “la materia prima natural” o  “la materia prima financiera”, es la más escasa y más difícil de conseguir y atesorar. En épocas de internacionalización de la economía y de una integración y globalización de los mercados lo esencial es, repetimos, la competitividad. Competir competentemente. Competir con competencia. Competir con capacidad y conocimiento.

La  forma de financiar los programas del SENA durante estos 55 años de fructífera existencia ha sido la modalidad que idearon Martínez Tono y Emiliani Román. Una contribución parafiscal de un  porcentaje de  nómina, que siempre han apoyado los distintos gobiernos y los gremios de la producción y del trabajo siendo, incluso este último, el que más ha velado por su sostenimiento. Y esa modalidad comulga con la filosofía contemporánea de que el empleador debe ser antes que nada formador de sus propios recursos humanos y por ello debe cubrir el esfuerzo con una parte mínima de su nómina.

Reflexiones que vienen a colación cuando una pretendida reforma tributaria de origen gubernamental, quiere eliminar esta dizque “carga parafiscal”. Una equivocación tan garrafal como la de convertir el diez por ciento de las regalías en piñata regional de programas de ciencia y tecnología. Todo dizque para crear más empleo. Es verdaderamente preocupante que un mandatario como el nuestro, “viajao y estudiao como el que más”, les tolere estos desaciertos   a sus colaboradores.

Es de esperar que el Congreso obre como cabal representante de los más de 50 millones de colombianos, que de una u otra manera, han pasado esta media centuria por sus talleres y laboratorios, aborte este empeño. Pero sobre todo de

los otros millones que esperan hacerlo en el futuro. No hay que enajenárselo.

Adenda. Comprar un celular robado es cargar con un muerto. Campaña liderada por Mintic.

ernestorodriguezmedina@gmail.com