Desde 1987 se realiza en Bogotá la Feria internacional del Libro, Filbo, que promociona la cultura en un país donde el promedio de lectores no es alto. Es un evento representativo en el cual participan más de 500.000 personas en dos mil quinientos actos y tiene el reconocimiento que la consolida como certamen de importancia en Latinoamérica. Recuerdo, sin embargo, que el 10 de octubre de 1936, el alcalde de la ciudad, Jorge Eliecer Gaitán, inauguró la primera Feria.
Se destaca la participación de empresas editoras, autores, universidades, entidades públicas y privadas, profesionales de la industria gráfica. En la de estos días Francia es invitada de honor. Organizar la Feria es proceso complejo, preparar pabellones, recibir a los autores nacionales e internacionales, coordinar las actividades durante las dos semanas de programación, cuidar de la seguridad de los asistentes, el certamen resultará exitoso.
Libros y lectores encuentran espacio, hay intercambio de información, de opiniones, surgen negocios, los críticos opinan, los periodistas preguntan, la gente disfruta de encuadernaciones, títulos y caratulas. Es mejor leer en papel que en computador, la costumbre de subrayar párrafos de cada volumen persiste. Las escritoras Marina Colosanti, Paloma Valdivia, Menena Cottin, entre otras, presentarán libros, temas abundan, curiosidades, se encuentran ediciones viejas y nuevas, no existen lenguas muertas sino cerebros aletargados.
Coincide la Feria con el ciclo de novelas El Cementerio de los Libros Olvidados, unidas entre sí a través de personajes, argumentos que tienden puentes normativos, los cuales pueden leerse en cualquier orden o por separad, tal el caso de La Sombra del Viento, narración de Carlos Ruiz Safón, traducido a más de cincuenta idiomas, con millones de lectores en los cinco continentes.
El entonces niño, de diez años, recuerda la primera vez, en el verano de 1945, cuando su padre lo llevó a visitar el Cementerio de los Libros Olvidados y entre el olor a papel viejo, en el laberinto de polvo y magia, lo deja escoger uno, encuadernado en piel de color fino, su título con letras doradas, de un desconocido autor, Julián Carax, La Sombra del Viento, que resultó único ejemplar, envidia de libreros, especialmente del señor Barceló quien ofreció comprárselo por elevada suma, sabedor de que todos los ejemplares habían sido quemados inexplicablemente. El muchacho no lo vende a ningún precio. Así comienza un relato sorprendente, resucita la literatura gótica, según Sunday Times es “una de esas raras novelas que combinan una trama brillante con escritura sublime”. Como éste creo que será posible hallar otras novelas seductoras, historia, cuento, poesía, periodismo, caricatura, investigación, erotismo y ciencia. ¡Presentes en la Feria del Libro 2017!