FERNANDO NAVAS TALERO | El Nuevo Siglo
Miércoles, 4 de Enero de 2012

Un año más y otro menos

Las predicciones de los mayas han puesto a pensar al mundo. Las explicaciones que al respecto hacen los científicos dan lugar a todo tipo de especulaciones; tal vez porque en esta época de la física quántica y de la teoría de la complejidad todo es posible, inclusive el amor sin egoísmo. Ya la velocidad de la luz no es la misma, los Neutrinos la han superado, de ahí que al arribar al año 2012 las preocupaciones de ayer no pueden ser las mismas de hoy; el pasado se diluye en un presente y futuro caótico.
En el transcurrir de la vida, no importa que una hoja de ruta elaborada con la seguridad de que existe el libre albedrío señale un puerto definido y seguro, se presentan imprevistos que arrollan todos los cálculos y se impone un volver a comenzar la tarea de sobrevivir a la incertidumbre. Esa es la existencia, un acercarse al fin todos los días, y empezar de nuevo a recorrer la misma ruta a cada instante, siempre con esperanza.
El último minuto del año que se desvanece, para convertirse en un pasado, desata nostalgia y alegría, es causa y efecto de un delirio colectivo de millones de habitantes de la esfera que gira sin cansancio y que en sus entrañas esconde secretos indescifrables.
Hay, de todas formas, una realidad evidente, una realidad que no se esconde en las creencias: que cada día que pasa es el último y que llega fatalmente y no admite excepciones; no hay privilegio que valga.
Tomar conciencia de esta verdad es necesario para sortear los obstáculos del camino y aprender a vivir intensa y útilmente todos los instantes y, especialmente, el amor. Todos los amores, porque el amor es la fuente de la vida, y el odio, el poder y sus derivados la cicuta que amarga el sabor del vino.
Aprender a vivir es aprender a morir todos los días, entender que un día más es un día menos y que el tiempo no se puede desperdiciar cultivando la tristeza. Oda a la vida, del inmortal Neruda, es el canto al amor, al amor que es miel de dulce eterno, miel que tenemos que beber como bálsamo que cura los dolores de las noches negras y las soledades de desamor y desencuentro.
Sorprende ver el llanto que enluta el fin del año en los ojos de quienes reciben las doce campanadas llenos de ilusión, como si esta circunstancia cósmica resolviera sus angustias de desamor y desconsuelo. Hay que pensar que cada nuevo segundo en el tiempo es la posibilidad que la vida brinda para empezar de nuevo a amar, para empezar de nuevo a amar sin miedo. “La vida nos espera/a todos/los que amamos/el salvaje/olor a mar y menta/que tiene entre los senos”. Poema Oda a la vida. Pablo Neruda. Feliz 2012 y todos sus segundos.