Los factores individuales que inciden en la delincuencia juvenil pueden ser hereditarios. Se hallan en la constitución biológica de la persona. La alteración se puede producir antes de la concepción o después de la concepción. También se produce a veces la alteración por mala nutrición en la vida fetal.
Los niños pueden presentar una infinita variedad de características verdaderamente criminales: la situación de sentido moral, la cólera, el espíritu de venganza, la crueldad, la mentira, etc. Más todas estas manifestaciones antisociales desaparecerían, en gran parte, en el adolescente normal mediante una educación adecuada y tan solo en los criminales congénitos se mantendrían estas tendencias perversas. ¿Cómo negar que muchos nacen con una inteligencia defectuosa, no fácilmente corregible?
Según las estadísticas, los hijos de padres alcohólicos abundan entre los niños delincuentes. La embriaguez habitual incide en el niño delincuente. Si uno de los progenitores ésta ebrio en el momento de la concepción esto influye en el descendiente.
El ambiente familiar es determinante. Un hogar de maleantes marca para siempre al hijo. Los huérfanos de padre y madre, los abandonados, los hijos de padres divorciados o separados, están propensos a violar la ley. Multitud de progenitores huyen, dejando a los hijos en la miseria. Una mujer cabeza de familia, al trabajar todo el día por fuera de la vivienda, deja desprotegidos a los menores.
Es irreparable el daño originado en un hogar defectuoso y pervertido. ¿Y qué decir de los hijos que viven en un hogar violento, agresivo y depravado? Hogares en continua discordia. Presencian a diario riñas, conflictos y groserías. A veces los mismos padres los educan para el delito, el atraco y el crimen.
La pobreza incita al delito. La pobreza origina terribles hacinamientos en los tugurios de grandes y pequeñas ciudades. Un alto porcentaje de niños delincuentes provienen de zonas marginales. El ambiente extra-familiar. En la calle se forman roscas y grupos indeseables. Se corrompen mutuamente. Cambian malas experiencias. En la calle están las grandes tentaciones, los malos ejemplos y las provocaciones. El foco más peligroso de la delincuencia se encuentra en la calle, en los lugares habitados por prostitutas y gente degenerada.
En las calles se arman las bandas y las cuadrillas de niños y adolescentes que cometen graves delitos contra la propiedad y contra la ciudadanía indefensa. En estos grupos los niños pasan insensiblemente de las aventuras inocentes, al vagabundaje, de este al hurto, a atentados violentos contra la propiedad y la vida de las personas.
La televisión es otro elemento que destruye y corrompe. Allí se aprende a manejar armas, asaltar joyerías, almacenes, residencias. La imagen incita más que la vida misma. La televisión influye en forma fatal.