Colombia ganó con la elección de Iván Duque como Presidente. Hoy respiramos con tranquilidad. Su propuesta de unidad y concordia es indispensable para sanar a una nación tan herida por las corrientes de odio que pretendieron imponer los enemigos de la democracia.
Despidámonos de ese odio tan bien manejado y promovido por algunos seudo intelectuales y supuestos líderes, con agendas contaminadas de trasnochado marxismo y fracasadas ideas del socialismo del siglo XXI.
Es tiempo de construir una Colombia nueva, donde todos quepamos, donde nadie se quede atrás, donde una vida digna sea el estándar y no la excepción. Esa es la propuesta de Duque, quien se propone gobernar de cara al futuro, no al pasado.
En su discurso de aceptación Duque destacó su voluntad de unir al país, de gobernar para todos, sin hacer excepciones. Ante todo, desea lograr la paz, no la de los premios o la notoriedad internacional, ni la que se obtiene de espaldas al pueblo, ignora a las víctimas y ensalza a los criminales; no esa falsa paz sino la que todos deseamos, obtenida de cara al pueblo, con las víctimas en el centro, sin impunidad y con equidad. Como Duque mismo lo dijo en su excelente discurso de aceptación: “Esa paz que añoramos, que reclama correcciones, tendrá correcciones para que las víctimas sean el centro del proceso para garantizar verdad, justicia y reparación".
Lástima que Gustavo Petro no entienda que este es el momento de la concordia, lástima que ya esté llamando a la oposición permanente en las calles, (¿acaso se refiere a tirar piedras, palos y papas bomba como lo hacen en Bogotá personajes encapuchados?)
Ojalá Petro entienda que la oposición política pacífica es bienvenida en toda democracia y actué como tal. Claro que para un exguerrillero castro-chavista como él, esto es muy difícil de entender y practicar.
Es bueno recordarle que los millones de colombianos que votaron por su perdedora fórmula, en su mayoría lo hicieron embaucados por titiriteros rencorosos que con sus columnas, tuits y medios lograron venderle a un pueblo desorientado, por tantas mentiras e insultos, la idea de que, aunque Petro era una opción mala, remala, había que detener a Uribe, (¡Qué racionamiento tan estúpido!).
De esos votos le quedarán pocos cuando comience el gobierno de Duque, cuando se respire tranquilidad y optimismo, cuando su equipo sin promotores de odio y venganza de comienzo esta nueva era cerrada a la corrupción la mermelada y la mentira.
Hay que agradecer que los colombianos no siguieron la llamada de Petro quien se ufanaba de frases como: “siempre me han gustado los saltos al vacío", promotor de las ideas refritas y fracasadas del marxismo, comunismo, socialismo del siglo XXI, y de otros líderes camaleónicos que cambian de color de acuerdo con la rama adonde han brincado.
Adiós a la cháchara de Petro. Llegó el momento de las soluciones reales. ¿Cómo enderezar el país que nos deja Juan Manuel Santos? Gran tarea le espera a Iván Duque, pero tiene con quien lograrla, comenzando con los diez millones que votamos por él y todos los que se quieran unir a este momento de esperanza.