GLORIA ARIAS NIETO | El Nuevo Siglo
Jueves, 1 de Septiembre de 2011

La dignidad de la Justicia


“Tras 22 años de impunidad pasa algo digno y justo”


LO  que hizo este 31 de agosto la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, no fue sólo revocar una vergonzosa decisión del Tribunal de Cundinamarca: lo que hizo la Corte, además de determinar la recaptura de Alberto Santofimio y condenarlo a 24 años de prisión por el magnicidio de Luis Carlos Galán, fue devolverle a Colombia la fe en la Justicia.


Tras 22 años de impunidad, de falsos positivos judiciales, manipuleos y mentiras, finalmente pasa algo digno y justo, que quizá ayude a que Galán descanse en paz.
Algo que podemos contarle a nuestros nietos para que ellos no crezcan -como crecieron nuestros hijos- en un país gobernado por el imperio y las secuelas del 8.000; la intimidación de los narcos a una sociedad asustada y condescendiente; la infiltración de la droga por las paredes porosas de nuestras estructuras económicas, políticas y sociales.


Finalmente pasa algo que nos permita mitigar un poco, no el inevitable vacío, pero sí el dolor y la rabia.
Galán era mucho más que un candidato presidencial. El niño genio de la política, el ministro más joven, el caudillo de la mirada firme y la camiseta roja que inmortalizó Carlos Duque en la inolvidable imagen de campaña. Galán representaba todo lo que pretendíamos defender quienes no estábamos dispuestos a endosarle el país al narcotráfico. Galán encarnaba los ideales de justicia, el rescate de las instituciones y un reencuentro que parecía imposible: el de la política y la rectitud.
Cuando mataron a Galán, muchos sentimos que a cada uno nos habían matado un poco; que nos arrebataban a tiros una promesa a la que teníamos derecho.


Así es que el miércoles, cuando supimos que Santofimio volvería a la cárcel, respiramos distinto: ese aterrador “Pablo, mátalo” -que ‘Popeye’ atestiguó haberle oído a Santofimio en conversación con su amigo Pablo Escobar- no quedaría impune.


“Pablo, mátalo”. Años después, el capo le afirmaría al abogado y reo Carlos Alberto Oviedo, que él -Escobar- había cometido un “grave error” al seguir esta orden de Santofimio. Mucho más que un grave error, fue un crimen de repercusiones humanas y políticas inconmensurables; rojo sangre y negro luto, desparramados sobre la piel y las coordenadas de Colombia.


Gracias, señores de la Corte, por ejercer una Justicia con mayúscula. Tener referentes que eleven la dignidad, la conciencia y la confianza, es o debería ser, un derecho fundamental de los ciudadanos.


Bueno, que ahora sigan las investigaciones y sentencias que faltan: el general Maza Márquez y quienes cambiaron días antes del asesinato, el esquema de seguridad de Galán; y el teniente Carlos Humberto Flórez (prófugo condenado por la muerte de Teófilo Forero de la UP), a quien el Tribunal de Cundinamarca absolvió del caso Galán, a pesar de las evidencias que indicaban que para facilitar la circulación de los sicarios, él les había entregado escarapelas del B-2 de Inteligencia Militar del Ejército, y luego del magnicidio, había prestado su propia casa para esconderlos.


Sí: respiramos distinto. En esa tarima de Soacha nos desangraron la esperanza, pero la Corte Suprema está reconstruyendo la dignidad de la Justicia.
ariasgloria@hotmail.com