No basta saber escribir, hay que hacer pensar. Y eso ocurre con el magnífico libro de Juan Gossaín titulado “Casa por cárcel” en que se recopilan las crónicas antológicas de este excelente investigador social, sobre el feroz cáncer de la “corrupción” que azota a Colombia.
Se dijo en su momento, que después de Dios, el que más ha creado en el mundo es Shakespeare, y este dramaturgo genial expresó: “Asesino 2º-. No quiero nada con ella (con la conciencia), es una cosa peligrosa. Hacer el hombre un cobarde, no puede robar sin que lo acuse, no puede jurar sin que le tape la boca, no puede ya ser con la mujer de su prójimo, sin que lo denuncie. Es un espíritu rubio oso y vergonzante que se amotina en el pecho del hombre. Todo lo que llena de obstáculos. Una vez me hizo devolver una bola de oro que hallé por casualidad. Arruina el que la conserva; está desterrada de todas las villas y ciudades como cosa peligrosa, y el que tenga intención de vivir a su Sánchez, debe confiar en sí propio y prescindir de ella.
“Asesino 1º-. Dónde está tu conciencia ahora?
“Asesino 2º-. En la bolsa del Duque de Gloster. (Shakespeare. La tragedia de Ricardo III)”.
Impera en aforismos destructores. Veamos algunos: robar al Estado no es delito, los primeros 1.000 millones se hacen rápidamente… El buen hombre llega después poco a poco… Haga plata honradamente, y si no puede hacer plata con honradez, hágase rico de todas maneras.
Juan Gossaín relata, con esa fascinación estilística que le caracteriza, multitud de asaltos a los dineros públicos, que como lo indica la moral y la ley, deberían salvar a las mayorías paupérrimas que mueren asfixiadas en la miseria. Son tan aleccionadoras sus crónicas que sería bueno convertirlas en lectura forzada en las escuelas públicas y privadas. Una comunidad sin moral es un cascarón vacío.
Un hombre esquelético, de una fragilidad impresionante, Gandhi, vestido con una túnica blanca y con libro religioso en las manos, estremeció al universo con estas reflexiones: “El mundo está perdido por practicar una religión sin sacrificio, un comercio sin moral, una política sin principios ni valores y una ciencia sin conciencia”.
La sociedad está dominada por la sed de riqueza. El oro representa todo. Con el billete el nuevo rico compra el poder y las mujeres, la gloria. Con el dinero contrata el sicario, santifica el crimen. El nuevo rico hace y deshace ídolos, funcionarios, famas, prestigios. El dinero no da la felicidad pero contribuye a ella. El dinero ilícitamente adquirido es fuente de sana satisfacción. Y da lo que más ambicionamos, la independencia.
Para el nuevo rico, el dinero lo puede todo, lo permite todo, lo da todo. El dinero es una modalidad, un instrumento de cambio, una necesidad. Todo depende del manejo que se le dé, desde el punto de vista moral.