Guillermo León Escobar | El Nuevo Siglo
Martes, 3 de Febrero de 2015

El derecho a soñar

 

Nunca se insistirá bastante en la urgencia de llegar a la paz. Hoy estuve reunido con unas serie de sobrinos nietos y ante la pregunta del país que ellos sueñan me llevé la sorpresa que habla muy bien de algunos de kínder y otros más avanzados y que lleva a pensar que los nuevos educadores no están perdiendo el tiempo y que es positivo que  haya  algunas instituciones de educación que han empezado a sembrar en los niños la necesidad y urgencia de la paz. Sin duda alguna ninguno de esos argumentos se abriría campo para ser tomado “en serio”, pero a decir verdad son convincentes.

No quieren que sus papás tengan armas en la casa; no quieren que otros niños como ellos mueran por fuerza de los disparos ni por las enfermedades que genera la ausencia de las vacunas o el hambre o el agua sucia que toman; no quieren que se mate gente y que haya minas quiebrapies; tampoco que se destruyan los árboles y que la gente diga mentiras.

Estos niños tienen entre los 9 y los doce años y quieren entender por qué no ven más a menudo a sus papás y detestan que en la mesa del comedor solo se hable de muertos y de guerra. “Papá ¿por qué no nos dices qué es la paz?”.  Terrible pregunta que suscita una serie de respuestas que ninguno de ellos entiende. La niña que hizo la pregunta se respondió a sí misma afirmando que la paz empieza en no matar al otro, en recoger comida para los que tienen hambre; en llevar a los mayores a donar sangre para los enfermos; en que haya papás y mamás para los niños que no tienen; en que se construyan “casitas” para los niños pobres y regalarles zapatos; en no gritar y no pelear y así  fueron llenando la conversación de iniciativas que seguramente harían sonreír a expertos a quienes les parecerían ingenuas pero que son la aproximación más real a lo que es el Bien Común.

Uno de ellos -más adelantado y despierto- le preguntó al papá por qué los grandes se matan y si ellos van a tener que hacerlo de mayores.

Los niños y los jóvenes quieren tener espacios para soñar; les molesta que las noticias sean sobre muertos y violencia y no sobre muchas cosas que ellos conocen o hacen.

“Queremos vivir en paz”. Yo no sé cómo procesarán esto los  “magos” de la opinión, de la comunicación y de la ciencia pero veo con esperanza -la que según Francisco no debemos dejarnos robar- que viene una nueva época  y que está en nuestras manos no malbaratar esa oportunidad .

Esa generación nueva está aquí y seríamos tontos si creemos que ellos son tontos.

Por ello es urgente la paz. No se nos perdonará que esta bonita generación se vea comprometida con la guerra cuando deben estarlo con la paz, la equidad y el Bien Común. Hay buena semilla sembrada, permitamos que crezcan los árboles de la paz.

guilloescobar@yahoo.com