GUILLERMO LEÓN ESCOBAR | El Nuevo Siglo
Martes, 7 de Mayo de 2013

Cuando Francisco diga no…

 

Sin duda ninguna estamos contentos con este Papa. Es posible que por razones diversas lo cual hace prever  que dentro de poco volveremos a estar enfrentados tanto por asuntos de doctrina, como por aquellos de disciplina eclesiástica como también por las formas de presencia de lo cristiano-católico en este mundo globalizado y poseído por el relativismo que tiene un sofisma en el que fácilmente se cae. En efecto la permisividad es el secreto. Ella entró con palabras tales como “solo hay una vida y hay que gozarla al extremo”. (El Cape Diem de Horacio). “El hombre es la medida de todas las cosas” pero no entendida colectivamente sino aplicada a “cada hombre que se puede fabricar su propia norma dando como resultado que existen tantas normas como caprichos individuales. Entonces aparecen los teólogos de pacotilla que afirman algo así como “según mi concepto de Dios…” lo que trae consigo que no fue Él quien nos creó a su imagen y semejanza sino que cada quien tiene su caricatura de dios permisivo que siempre está de acuerdo con cada quien y por tanto cada quien es el hacedor de su propia moral donde lo primero en ser eliminado es “la culpa”. Es un “mundo feliz” lleno de peligrosos inocentes.

Pues bien no hay normas. Ser actual consiste en eliminar restricciones y códigos. Si usted acepta cualquiera de ellos es un anticuado.

Es cierto que los temas hay que discutirlos  pero no para saltarse la sabiduría de siglos a la torera y legislar desde lo positivo desconociendo la ley natural y la sabiduría de la “buena nueva”. Hay que discutir para ratificar y no siempre para rectificar ya que para algunos el “diálogo” es un ejercicio de paciencia en donde se espera que vayamos cediendo poco a poco a favor de la anarquía moral

Hay algunos que suponen, por ejemplo, que Francisco permitirá el aborto; otros que no pondrá límite a la utilización de las píldoras del día después; otros que ya viene la ordenación sacerdotal de las mujeres; la aceptación del impropiamente llamado matrimonio homosexual y la adopción por ellos realizada; y hay quienes ya trabajan por la permisión del incesto y muchas cosas más.

Cuando Francisco diga “no” comenzará el problema con todos esos que hoy aplauden interesados. “ya lo decía yo que este Papa sí está de acuerdo conmigo”, afirmaba un columnista y otro: “esta es la Iglesia que necesitamos”. Nada más equivocado. Francisco hace gestos sí de una profunda humanidad que recuperan la vigencia de esa sabiduría (nova et vetera) de aquello que no es negociable porque contiene el mensaje orientador de Dios para los humanos que aspiran a construir un mundo mejor.

Francisco es manso pero tiene firmezas; es misericordioso como su Señor pero exigente.

Hace unos días una religiosa que proponía -exigía- el sacerdocio femenino afirmaba: “Francisco no es tan abierto como pensábamos”.

Cuando Francisco diga “no” ya veremos.

guilloescobar@yahoo.com