GUILLERMO LEÓN ESCOBAR | El Nuevo Siglo
Martes, 3 de Septiembre de 2013

El problema de la vejez

 

Se juega graciosamente con los años  pero existe una verdad y es aquella que con el tiempo nos vamos quedando solos. Se hacen  chistes  con el sexto o séptimo piso; se juega con la idea de que entre más alto mejor se ve y se presume se tiene más juicio; hay poetas doloridos como Barba Jacob que escribe el poema ‘El Cincuentón’ o aquella premonitoria de Amado Nervo del ‘Yo te bendigo Vida’ o el mismísimo Machado del ‘cuando esté al borde del último viaje y esté al partir la nave…’ todos con ese terrible peso del que sabe  que los amigos de su generación van cayendo a la fosa o son higiénicamente convertidos en cenizas.

Es difícil para los ancianos tener amistad con los jóvenes y es explicable -en parte-  que éstos no estén interesados en relacionarse con los viejos. Cada generación quiere crear su propio mundo. A veces se exceptúa cuando el joven pretende ser promovido por el anciano aprovechando una buena palabra o cuando puede apropiarse de algún préstamo que no va a devolver.

Los jóvenes viven hoy día con celeridad; han cambiado la significación de los valores y como todo es relativo nada es permanente. Los ancianos cometieron el error de pensar que las palabras guardan los mismos significados. Jóvenes y viejos hablan de gratitud, de honradez, de verdad pero lo que hay en el cascarón de esas palabras es algo diferente y allí reside la tragedia. Tengo un amigo que prestó dinero a una mujer joven hija de gente muy honrada quien nunca le pagó a pesar de la necesidad expresa de que con ese dinero se intentaría recuperar la salud de otra mujer gravemente enferma. Para mi amigo esa joven es una ladrona; pero ella supone que no hay falta en quitarle algo a quien ella presume rico y además que  nadie le puede exigir a su juventud restringir gastos y prescindir de llevar una vida acomodada. Mi amigo cometió el error de prestarle sin papeles porque creía en su honradez y gratitud y que además como persona religiosa respondería por lo prometido. Claro que se dice que los pobres siempre pagan, los ricos requieren de abogado y ciertos sectores de la mal llamada clase media ascendente esquilman a quien se deje bien sea pudiente o pobre.

Los alemanes afirman que la confianza es buena pero lo es más la generosidad.

Por eso mismo si se llega a tener el privilegio de fundar un diálogo generacional  hay que cultivarlo. Pocos amigos pero buenos, de quienes puedas preocuparte, a quienes visites, que al menos pregunten por tu salud y tú por la de ellos. Con quienes puedas tener confidencias con la certeza de que no serán utilizadas jamás en tu contra.

Un anciano debe tener amigos jóvenes, sí, y saber llevar con dignidad los años y exigir de sus amigos jóvenes igual proceder. Nuestros amigos jóvenes han de vivir con serena alegría y gozaremos en ella y nosotros seremos el bastión de la esperanza donde ellos agudicen su optimismo.

guilloescobar@yahoo.com