¿Hasta dónde el amor libre? | El Nuevo Siglo
Domingo, 28 de Abril de 2019

Todo indica que la sexofobia nos está ganado la guerra: se trata de privilegiar la cultura hormonal por encima de la cultura humanista acabando con valores fundamentales para la persona humana, como valorar la belleza integral de la mujer. Han llevado a la mujer a ser maniquí para atraer los ojos de los hombres que valoran los cuerpos operados con silicona, llevando al varón a idolatrar cuerpos de mujeres sin celebro, con las consecuencias del caso. Por esto el amor es, hoy, para muchos, revolcarse con quien sea, cuando sea, donde sea, auto justificándose con el argumento que lo que hacen no le están haciendo daño a nadie: esto es lo natural.

Esta falacia enfermiza es promovida, de alguna manera, por la dictadura febril de la moda -altamente rentable para expertos en vender lo inútil disfrazando, como mamarrachos, a modelos, cantantes y artistas, bellas físicamente- en el entendido que quien está a la moda esta “in”. Quienes sueñan con subir de estrato social las imitan: cueste lo que cueste. Por esto se dice que la moda no incomoda, por ridículas que se vean. Fenómeno que maneja a voluntad de los pobres de carácter, identidad, imaginación y de sueños sólidos.

 A todas estas la cultura madura, la responsabilidad social, la coherencia con las razones de la familia, los principios sólidos, los valores fundamentales, las virtudes humanas, son desconocidos, con el argumento que quién no esté a la moda es un perdedor, retrogrado, rezandero, fracasado… Los sueños de un futuro mejor para la humanidad, para la familia, ni se les pasa por la imaginación.

Así, están enterrando las razones antropológicas y sociológicas de la familia, pilar de una sociedad sana. Y en consecuencia están desdibujando el amor donación incondicional del yo para ti: para siempre, incondicional, absoluto, necesarios para preservación de la especie humana. Que el varón viva para su familia. Que la mujer y las mamás sean respetadas como la reina de su hogar (por parte del marido y de los hijos). Que el hombre se enorgullezca de su mujer, sus hijos, sus nietos.

Mientras tanto estamos perdiendo nuestra identidad nacional, pasando el punto de no retorno, frente a un invierno demográfico irreversible. La televisión disfrazando a las presentadoras con vestidos como para clubes nocturnos, en programas para niños. Los noticieros endiosan los temas sexuales, sin respeto alguno por su audiencia. 

Por esto es imprescindible recuperar la moda que valora la belleza de la mujer en su interior: su ternura, su espíritu de servicio, su espíritu conciliador, su espíritu maternal. Reconociendo el valor de la madre de familia, el principio que todo trabajo es noble cuando esta alimentado por el amor y el espíritu de servicio cristiano. De esta manera la belleza integral de la mujer inteligente, luchadora, ejecutiva, madre de familia, esposa fiel y amorosa será valorada como corresponde. Esto no contradice que la mujer se preparare integral y académicamente para ejercer cualquier profesión, todo lo contrario, puede y debe ser líder en todas las disciplinas. Pero privilegiando la sagrada -y eterna moda- responsabilidad de preservar la especie humana, en familia.