HERNÁN ALEJANDRO OLANO GARCÍA | El Nuevo Siglo
Lunes, 15 de Abril de 2013

65 años de “El Bogotazo”

 

El 14 de abril de 1948, mi abuelo, el doctor Julio César García, por entonces Rector del Colegio Nacional de San Bartolomé, le envió a mi abuela, quien por entonces residía aún en Medellín una carta sobre los hechos del 9 de abril, narrada desde la esquina misma de los acontecimientos, el centenario colegio ubicado entre el capitolio, el Palacio de San Carlos, la Catedral y el Palacio de la Carrera, hoy Casa de Nariño.

Este documento, comienza así: “Queridísima mía: En el borde de todos los horrores, ante los cuales la muerte misma parece menos grave, hemos vivido estos cinco días desde el viernes 9 a las dos de la tarde. A la 1 p.m. habíamos estado en la esquina de la carrera séptima con la calle catorce, a pocos metros de donde minutos después iba a consumarse el asesinato del doctor Jorge Eliécer Gaitán, que desencadenaría las furias del infierno sobre Bogotá y pondría al país al borde de la disolución. Nada indicaba la proximidad de la tragedia. Después de almorzar tranquilamente me recosté en mi cuarto y a eso de las 2 menos diez minutos oí gritos en la calle; me asomé a la ventana y vi gentes vociferantes contra el doctor Ospina Pérez, el Gobierno y el conservatismo y oí que en la carrera séptima rompían ventanas a pedradas. Al salir del claustro del Colegio me informó un profesor llegado de la calle que la causa de la furia era la muerte del doctor Gaitán y supe que por la carrera séptima hasta el Palacio Presidencial acababa de ser arrastrado el cadáver del asesino. En ese momento llegó el Vicerrector y en medio del estupor de todos empezamos a serenar a los estudiantes, hicimos entrar a los que estaban en la calle y cerramos las puertas.

Nos tocó presenciar el primer asalto de las hordas vandálicas al Capitolio y la destrucción de uno de los salones del primer piso, cuyos despojos quedaron regados a lo largo de la cuadra entre las calles 9 y 10. Poco después alcanzamos a ver que ardían los tranvías en la Plaza de Bolívar y que en ella reinaba confusión espantosa. Los alumnos externos querían salir pero logramos contenerlos y permitir la salida sólo de aquellos cuyos padres los reclamaban... Mientras tanto empezaba a llegar el Batallón Guardia Presidencial y a disponerse para impedir el avance de las turbas enfurecidas hacia Palacio…”.

Estos son sólo los renglones iniciales de un documento que recoge la visión de un educador e historiador sobre ese luctuoso momento de nuestra violencia, así como de una falta de paz, que aún está por llegar.

Hernan.olano@unisabana.edu.co