HERNÁN ALEJANDRO OLANO GARCÍA | El Nuevo Siglo
Lunes, 2 de Enero de 2012

Las donaciones de Carlo Magno

Nieto de Carlos Martel e hijo del rey Pipino el Breve y de la reina Berta o Bertrada, pertenecía por línea paterna a una familia originaria de la región de la Meuse; su madre era probablemente la hija de Caribert, conde de Laón. Nació el 2 de abril del 742, probablemente en la región de París. El 7 de octubre del 768, junto con su hermano menor Carlomán, fue elevado a la realeza. Carlos instaló su capital en Noyon y Carlomán en Soissons. A la muerte de Carloman en el 771, Carlomagno en lugar de respetar los derechos de sus sobrinos, sometió todo el regnum Francorum a su autoridad.

Su coronamiento como Emperador, ha constituido un fenómeno de excepcional importancia en la historia de Occidente. La palabra imperium designaba también la comunidad cristiana o también una comunidad política más fuerte, más extendida que las otras, englobando a muchos pueblos, y a muchos reinos. El Estado franco reagrupó a casi todos los cristianos de Occidente, aparece desde antes del año 800 como un "Imperio" de hecho. Carlomagno se vio impulsado a restaurar en provecho suyo el título de Emperador, habiendo influido el Papa León III en el proceso que llevó a su coronamiento, ya que él organizó la ceremonia para el día de navidad del año 800, cuando consagró y coronó al nuevo Emperador y después le hizo aclamar por el pueblo. Sólo hasta el año 811 los bizantinos reconocieron a través del Emperador Miguel I, el título imperial de Carlomagno previas algunas concesiones territoriales.

El último acto importante de Carlomagno fue hacer coronar Emperador el 11 de septiembre del 813 a su hijo Luis en la capilla de Aquisgrán.

Murió Carlomagno el 24 de enero del 814 y la tradición carolingia fue cultivada incansablemente por la monarquía francesa que hizo de Carlomagno su patrón y protector. El Papa Pascual III, por iniciativa del Emperador Federico Barbarroja, canonizó a Carlomagno en el año 1165 y su fiesta se celebra el 2 de enero de cada año.

Carlomagno fue en su momento el protector de la Iglesia, el representante de Dios y su misión fue la de ampliar los límites del mundo cristiano. Puso la fuerza al servicio de la fe y la dilatatio regni, la expansión del reino, no fue otra cosa que la expansión de la Ciudad de Dios. De ahí que sus continuas donaciones a la Iglesia lo hicieran acreedor de los favores del Papado y mantener de ese modo su alianza conjunta.

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