HORACIO GÓMEZ ARISTIZÁBAL | El Nuevo Siglo
Domingo, 12 de Mayo de 2013

En Nariño empieza Colombia

Hubo  una larga época en que se decía, al llegar a Ipiales procedentes del norte de la Nación: “En Nariño termina el país”. Los hijos de esos abuelos que así se expresaban afirman algo sustancialmente diferente: “En Nariño empieza Colombia”. Esta afirmación salía no solo de los que venían del Ecuador, sino de toda persona que iniciara el recorrido del territorio nacional por el sur de la Patria. Un pensador expresaba que el hombre mata lo que más ama. Y nuestro país no siempre ha sido justo y generoso con ese gran Departamento que es Nariño. El historiador y catedrático Camilo Orbes Moreno en sus libros sostiene la firmeza con que este Departamento ha defendido sus convicciones. Y la democracia es eso: la confrontación, la discrepancia y la controversia. Solo en las dictaduras se impone el unanimismo y el rechazo brutal al disidente.

En la realidad, tanto en la Colonia como en buena parte de la República se tuvo a Nariño en el más ignominioso olvido. Quizá la actitud arrogante de Agustín Agualongo y otros episodios expliquen el comportamiento del país. En ese contexto, en su momento la represión contra Nariño también fue feroz y despiadada. Solo en la década de los 40 se restructuró la carretera que une a Nariño con Colombia. Este Departamento ha sido de una vocación colombianista ejemplar, frente a los movimientos separatistas promovidos en ciertos momentos políticos, de excepcional peligro. La integración y la intangibilidad del país en esta zona se deben al espíritu fiel y fervoroso de Nariño. Flores, cuando se disolvió la Gran Colombia, pretendió anexar Nariño al Ecuador. Caudillos de Popayán en forma insensata y motivados por odios partidistas y personales lucharon por separar a Nariño de la Nación. Solo el permanente patriotismo de este valeroso Departamento lo evitó.

El centralismo administrativo y fiscal es odioso. Se hace aprovechándose de la sangre y el sudor de la provincia colombiana. Colombia figura entre las naciones más inequitativas del mundo. La radicación de grupos terroristas en el sur se debe en buena parte a la desprotección en que se tiene a la periferia y sobre todo a secciones como Nariño y otras regiones del sur y del oriente. Constituye una vergüenza expresar que la carretera transamericana fue construida por la guerrilla. Las vías de comunicación en terrenos limítrofes son inexistentes. Abunda la retórica en torno de la actividad económica y comercial en el Pacífico. Los puertos en estos ámbitos, las poblaciones, las infraestructuras, los puestos de salud, la educación, los servicios elementales de agua, energía, alcantarillado y telefonía están ausentes. El éxodo hacia las capitales es permanente. Aun la seguridad es incierta y preocupante. Tenemos mucha tierra sin hombres y millones de hombres sin tierra. Si el Estado fuera más diligente y en verdad apoyara con tecnología, dinero y obras a los provincianos, todo sería distinto.