Los colombianistas
La Academia Colombiana de Historia siempre saca airosa la cara por la cultura. Enrique Gaviria Liévano destacó al colombianista norteamericano, Frank Safford, quien, al posesionarse como Miembro Correspondiente de la corporación, leyó apartes de un estudio muy estructurado sobre los “intentos de imponer el estudio de la ciencia y de la técnica en Colombia, en diversas épocas. Una de las materias vitales en la vida del abogado penalista es la ‘antropología’, ‘ciencia del hombre’. En mi libro editado por Plaza y Janés, titulado Decadencia del pueblo colombiano, con 4 ediciones, dedico un capítulo de más de 40 páginas a este apasionante tema desde el ángulo antropológico. Algunos conceptos: Aunque son más poderosos los elementos que prueban la existencia de una sola raza universal -las diferencias son adjetivas-, sí es válido hablar de pueblos con idiosincrasias y culturas diversas. Señalemos diferencias entre anglosajones -EE.UU., Alemania y Gran Bretaña- y los hispanos. En lo educativo el hispano en gran parte orienta sus disciplinas hacia lo religioso, lo humanístico. El anglosajón le pone más énfasis a lo científico, lo técnico y lo productivo. Algunos estudios señalan que mientras España es la nación que más santos y comunidades religiosas le ha dado al mundo, los anglosajones son los más científicos, técnicos y progresistas en descubrimientos para la sociedad.
El anglosajón ha llevado al máximo la glorificación del trabajo. Repite que quien ‘no trabaja no come’, sataniza el ocio. El hispano siente aversión por la labor que exige sudor, fatiga y esfuerzo. En la misma Biblia se trata con dureza el trabajo cuando se afirma rotundamente: ‘Ganarás el pan con el sudor de tu frente’. El trabajo es la más fecunda realización del ser humano.
En lo económico son muchas las discrepancias entre hispanos y anglosajones. Si el hispano en el mundo del conocimiento teoriza y se deja avasallar por la abstracción, el anglosajón acude a la ciencia para conocer a fondo la naturaleza, dominarla y sacar provecho de ella. Los logros tecnológicos en el último siglo por parte de EE.UU., Inglaterra y Alemania son excepcionales. Hoy mismo, para el hispano, la técnica es una disciplina secundaria. El hispano estudia más para la vanidad y el estatus social, que para producir riqueza. Equivocadamente se inculca que el joven nace para ser ‘doctor y buscar puesto’, para mendigar dinero y no para generarlo. Se olvida que la riqueza no existe, la riqueza hay que crearla.
En lo religioso, en el ambiente anglosajón impera aquello de que más importante que lo ‘litúrgico’ y ‘externo’, es la escrupulosidad moral en el comportamiento. Por eso se habla de la moral puritana.