HORACIO SERPA | El Nuevo Siglo
Miércoles, 17 de Abril de 2013

Las juiciosas inquietudes del Vicepresidente

 

De nuevo se pronunció el vicepresidente de la República, Angelino Garzón, sobre el proceso de paz que el Gobierno colombiano adelanta en La Habana con las Farc. Echa de menos el alto funcionario más decisiones de la guerrilla que identifiquen un mensaje contundente sobre su voluntad de entendimiento y reconciliación.

Que no secuestren, demanda de nuevo. Que pongan en libertad a todos los cautivos. Que no vuelvan a sembrar minas antipersonas, indiquen la ubicación de las existentes para adelantar una positiva labor de desminado y no incurran más en la falta de reclutar menores para sus actividades subversivas, entre otras inquietudes.

Tiene la razón Angelino, como le decimos los colombianos al Vicepresidente, con respeto y cariño. Hay necesidad de avanzar hacia el cese definitivo de hostilidades y actividades ilegales. Se dirá que se negocia en medio del fuego, pero esta clase de definiciones tempranas en nada modifican la relación militar entre fuerzas institucionales e insurgentes, mientras llega la paz.

El proceso marcha bien. Sus tenaces adversarios no han logrado afectarlo, por fortuna. La reciente marcha ciudadana le dio un respaldo enorme. Las comisiones en La Habana conversan con tranquilidad y han logrado acuerdos saludables. Parece que no habrá marcha atrás, lo que constituye la mejor noticia para todas y todos los colombianos.

Pero no sobra tener en cuenta las observaciones del Vicepresidente. La construcción de confianza que se ha logrado en la mesa de deliberaciones debe extenderse a la ciudadanía. Sería satisfactorio e iría involucrando cada día más a la gente con el logro de la anhelada convivencia.

Va a salir adelante el propósito del presidente Santos. Los colombianos sabemos que para ejecutarlo “quemó las naves” de su relación con el expresidente Uribe y sus más cercanos amigos. Tuvo que ser duro. Pero fue de esas decisiones consagratorias ante la sociedad y la historia, porque puso por encima de muchas cosas el supremo interés de la paz, como lo requiere de toda la ciudadanía la Constitución Nacional.

Los verdaderos estadistas y los auténticos líderes no se enredan en el malabarismo político que trata de quedar bien con unos y con otros. Hay momentos en los que toca “echar por la calle del medio”, que es la que debe recorrerse al lado de los grandes intereses sociales. Fue lo que hizo Santos con sus decisiones sobre el conflicto armado interno, lo que llenó de “ira santa” al inquieto expresidente, quien no lo baja de derrochón, traidor y canalla.

La solidaridad del Vicepresidente con el proceso  y con el presidente Santos rodea a la paz de una sólida confianza, a la que debemos sumarnos los colombianos. “Esta es la última oportunidad”, se dice. Es razonable y cuenta con  explicaciones sociales, económicas, políticas y militares. No hay que bajar la guardia. Los enemigos son numerosos y entre ellos algunos son poderosos. Si no estamos despiertos y activos, pueden hacer daño. Los domina la soberbia. Solo con compromiso y unidad se pueden detener.