HUGO QUINTERO BERNATE | El Nuevo Siglo
Martes, 23 de Septiembre de 2014

La Patria sigue boba

 

Por fin se realizóel tan anunciado por unos y tan evitado por otros, debate contra Álvaro Uribe Vélez por sus presuntos vínculos con el paramilitarismo. Y como ocurre con todo lo que es tan largamente esperado y profusamente anunciado, la decepción fue general.

Sin embargo, citante y citado cumplieron con sus roles. El primero hizo lo que se esperaba de él. Presentóuna extensísima lista de evidencias que hiladas, algunas muy delgado, demostrarían el objeto de su debate. El citado, como corresponde a su naturaleza, se portócomo esos capataces de finca que cuando van a hacerles algún reclamo, se hacen los enojados para no responder. O  huyen. O terminan amenazando a todo el vecindario.

El debate aunque se publicitóy vendiócomo si se tratara de una pelea de boxeo de Cepeda contra Uribe, terminósiendo un lodazal que salpicóa todos. Es la misma Patria que no ha dejado de ser boba desde cuando en 1800 se dividióen bandos irreconciliables que hasta ahora no han hecho sino cambiar de nombre.

Santanderistas y bolivarianos; centralistas y federalistas; liberales y conservadores; limpios y comunistas; maoístas y guevaristas; guerrillos y paracos, todos han sido lo uno o lo otro, y algunos han sido de todo. La izquierda que debate y se queja de la violencia, es la misma que calla ante el terrorismo indiscriminado de las Farc o que insiste en llamar retención al secuestro, o guardósilencio ante las matanzas de Tacueyó, Bojayáo Machuca.

La derecha indecente que se rasga las vestiduras frente al proceso de paz con las Farc, olvida intencionalmente el proyecto de ley de impunidad absoluta para los paramilitares que intentaron pasar por el Congreso, o la ovación de pie que ese mismo Congreso le tributóa Mancuso, Báez e Isaza, a quienes invitóel gobierno que se reunía con alias “Job”en los sótanos de la que entonces se llamaba “casa de nari”.

Las elites políticas y económicas de este país, que en una época se inventaron el terror de la policía política a la que llamaron “Chulavita”, luego se escandalizócuando los perseguidos crearon las “guerrillas liberales”o cuando éstas, traicionadas en el primer proceso de entrega de armas, se enmontaron para defenderse. Allálas encontróel partido comunista y las convencióde que el enemigo era la propiedad privada y que el poder se conquistaba por las armas, aunque por el camino tuvieran que secuestrar, asesinar, reclutar niños y lucrarse del narcotráfico. Y como toda acción genera reacción, ahíse anidóel monstruo paramilitar que acabóde anegar en sangre el país.

Ahíen ese debate estaban todos los que han sido responsables o se han beneficiado de todo ese desmadre. Son responsabilidades que se han transmitido -como las tragedias- de padres a hijos, porque en este país a veces el poder también se hereda de modo trágico.

Y en la mitad de todos esos estamos nosotros. La mayoría, eternas víctimas de esos redentores que nos matan para que vivamos mejor. Sí, somos culpables: sabemos quiénes son y seguimos aguantándonoslos.

@Quinternatte