Hugo Quintero Bernate | El Nuevo Siglo
Martes, 20 de Enero de 2015

Carceleros radicales

 

Esta semana la prensa ha estado ocupándose en el tema de las cárceles, de los encarcelamientos y hasta de lo que algunos periodistas iluminados consideran “lujos carcelarios”, que en muchos casos no es cosa distinta que el trato digno que la Constitución y la Ley ordenan darles a los privados de la libertad, ya sea por una simple sindicación o por condena ejecutoriada.

Las lecturas muestran desde columnistas que se duelen por el hacinamiento carcelario que conduce a la cosificación del preso, pasando por el reclamo implícito de que haya penas largas para enfrentar a los delincuentes habituales en ilícitos de baja cuantía, hasta el que se queja porque no se captura a una fugada y los que celebran el cierre de una cárcel militar gracias a sus informes.

La pluralidad de todos esos informes y opiniones muestra el verdadero talante de cada uno en lo que tiene que ver con el tratamiento penal de quienes han infringido la ley. Liberales solo de nombre para quienes la presunción de inocencia solo aplica para sus amigos o para sus correligionarios ideológicos. Dueños del país que no aceptan privilegios carcelarios sino cuando se aplican a los esposos de sus exesposas, o articulistas que abogan por la eventual cadena perpetua para quien se haya robado más de una chocolatina o un alpinito.

Son los mismos que desde poderosos medios de comunicación han “educado”a la sociedad colombiana en la discutible filosofía de que justicia no es sino cárcel y cárcel no es sino hacinamiento y maltrato.

Lo que viene pasando desde el año 2011 con el establecimiento penitenciario y carcelario para militares ubicado en Tolemaida, en jurisdicción del municipio de Nilo (Cundinamarca), que ha culminado con la pésima decisión de su clausura es una muestra clara, no solo del poder de esa específica forma de pensar, sino de la absoluta debilidad de carácter de las autoridades militares.

Un informe sobre la existencia de violaciones al reglamento carcelario en el interior de ese establecimiento, llenóde terror a los mandos militares, que en lugar de dar explicaciones coherentes y adoptar los correctivos necesarios, optaron a priori por darle la razón. Ya se sabe que un General de la República es capaz de enfrentar la más dura batalla, pero se rinde ante el menor titular en una revista o un periódico.

El centro carcelario de Tolemaida era de los pocos establecimientos de este tipo en Colombia que cumplía con unos estándares mínimos de tratamiento digno a los reclusos, distintos de aquellos que desde 1998 originaron la sentencia de la Corte Constitucional que declaróel estado de cosas inconstitucional en las cárceles del país, que aún hoy no se corrigen.

Algunos de los asuntos denunciados como excesos, ni siquiera lo eran porque el lugar estaba clasificado como de mediana seguridad. Otros sí, pero no ameritaban su clausura. Solo ajustarlo a los parámetros legales.

Lamentablemente el sabor que deja la presión mediática es que se ha vuelto tan común el hacinamiento y la deshumanización de las prisiones, que cuando aparece una limpia y decente, la consideran un privilegio ilegal.

@Quinternatte