Cuanto ha venido ocurriendo en Colombia en los últimos meses, más que preocupante, es alarmante. Se han deteriorado la sensibilidad social y el respeto a la vida -el derecho básico, sin el cual los demás no tienen sentido ni posible realización-. Los crímenes se van convirtiendo en “normales” y se convive con ellos.
Una breve referencia a noticias que, al parecer, ya no impactan. Que son volátiles y transitorias. Que son sustituidas, unas por otras, en muy corto tiempo. Que se olvidan con facilidad. Que no se prestan al análisis sociológico, jurídico ni político, porque “pierden vigencia”. Son noticias como las siguientes:
- Continúan, cada vez con mayor frecuencia, las masacres, cometidas por grupos criminales no identificados, ni capturados.
- Siguen los asesinatos de líderes sociales, defensores de derechos humanos, indígenas, campesinos, desmovilizados, miembros de la Policía Nacional. Nadie responde.
- Un número indeterminado de muertos durante las marchas de protesta iniciadas el 28 de abril, que se agregan a las de Dilan Cruz, a finales de 2019, y a las del estudiante Ordóñez por exceso de fuerza policial, y de al menos doce personas en Bogotá en septiembre de 2020. Excesos en el uso de la fuerza pública, que culminan en muertes.
- Numerosos actos de violencia y vandalismo en Bogotá, en Cali y en otras ciudades del país. Ataques a bienes públicos y privados; quema y destrucción de vehículos y estaciones de transporte; incendios de edificios oficiales, sedes de tribunales y fiscalías, CAI´S e instalaciones policiales.
- Grupos de civiles armados disparan contra grupos de jóvenes que protestan.
-Sin que nadie se haya percatado, un vehículo-bomba ingresa a las instalaciones de la Brigada 30 del Ejército en Cúcuta, estalla y deja un saldo de 36 heridos. Afortunadamente, no hubo muertos.
-La cabeza de un joven de 23 años es arrojada desde una motocicleta en las calles de Tuluá, y poco después aparecen otros cadáveres desmembrados. Crímenes horrendos sobre cuyos autores nada se sabe. Seguramente, como es ya costumbre, habrá impunidad.
- Atentado contra el presidente de la República, dos ministros y un alcalde -entre otras personas-, mediante disparos al helicóptero que los transportaba en el Departamento de Norte de Santander. Aparecen muy pronto las armas -no se sabe si son en verdad las utilizadas para tan criminal finalidad-, pero ni rastro de los terroristas. Y, aunque hay retratos hablados, si bien no hay certeza acerca de que en realidad correspondan a los criminales. Lo cierto es que los servicios oficiales de inteligencia fueron tomados por sorpresa.
- En Portal de las Américas, Bogotá, muere un joven motociclista, al caer víctima de una cuerda de alambre -una verdadera trampa- instalada por vándalos.
En fin, en Colombia se ha extendido impunemente la violencia y se ha normalizado el crimen. Se ha degradado el necesario respeto entre las personas, y es prácticamente imposible la convivencia.