La propuesta para que Colombia se afilie a la Organización del Tratado del Atlántico Norte es anacronismo, otra necedad, demostración de subdesarrollo. Esta organización creada por Estados Unidos y Europa Occidental, después de la segunda guerra para frenar el comunismo, que dio lugar como respuesta a la suscripción del Tratado de Varsovia impulsado por la Unión Soviética y los países de su órbita, no tiene relación con Latinoamérica, ninguna de sus Naciones es miembro, se habla de cooperación militar. ¿De qué se trata?
Precisamente para evitar la confrontación entre dos bloques se formó la Organización de países No Alineados (Noal) de la cual formamos parte. Con la caída de La Unión Soviética la Otan se expandió con malos resultados, los rusos la consideran amenaza contra su seguridad. El señor Vladimir Putin protesta de manera permanente contra ella y el nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, repite que es necesario reformarla.
La Otan ha sido declarada enemiga por organizaciones terroristas y los Estados que la integran son objetivo del Estado Islámico, de movimientos políticos en países de África y Asia. En protesta por la división del mundo entre la Otan y el Pacto de Varsovia, el escritor Gabriel García Márquez, cuando recibió el Premio de Literatura en 1982, criticó que dependiéramos de una u otra Alianza, “como si no fuera posible que el único destino se limitará la vida a merced de los dos grandes dueños del mundo.”
¿A quién se le ocurre que nos metamos de cabeza en la Otan? Compete aclarar el asunto al presidente Juan Manuel Santos, también Nobel, porque suscribir dicha afiliación sería introducir al país anacrónicamente en camisa de once varas. La noticia pasa desapercibida, varias veces me he referido a los vacíos, inconsecuencias y contradicciones de la política internacional preocupado por las erróneas decisiones en cuanto concierne con la protección y defensa del mar, no hemos logrado reorientar la OEA ni las organizaciones regionales y al tiempo que las Farc dejan el comunismo, vemos a despistados sugiriendo que nos comprometamos en un organismo del cual las potencias quieren liberarse.
No dejemos que la bola de nieve crezca, es embeleco solicitar admisión donde no corresponde. Hace mucho terminó la “guerra fría,” los Estados estudian la salida de la Otan y no el ingreso, en su estructura se prevén cambios a la búsqueda del nuevo orden mundial, su posición se escucha con atención en el seno de la propia Organización de Naciones Unidas, pero aquí a ciertos dirigentes exhibicionistas les parece novedoso y progresista entrar a la Otan, lo expresan sin rubor como gran cosa. ¿Qué Tal?