La falsa independencia
“Estrechez intelectual con la que se forma el criterio ciudadano”
A propósito de las denuncias sobre posibles irregularidades en la compra y venta de tierras durante la administración del ex presidente Uribe, uno no puede dejar de sorprenderse al ver cómo la fractura ideológica nacional hace que cualquiera que opine en contra de la corriente mesiánica del uribismo sea catalogado de militante ideológico de las Farc.
Que la opinión, o los políticos estén afiliados a una corriente ideológica que opera en la ilegalidad es algo conflictivo. Sin embargo, lo sorprendente es nuestra incapacidad de entender las opiniones al margen de estos afectos.
De ser así, cualquier persona que hable en voz o representación de un grupo ilegal está en la obligación de procurarse un espacio legítimo pero, principalmente, debe siempre exponer que sus ideas representan las de un colectivo.
La ausencia de este simple acto de honestidad y de valores, necesarios para la buena interpretación de las ideas, es el virus que oscurece nuestro entendimiento de la realidad y resalta la estrechez intelectual con la que se forma el criterio ciudadano.
Escribo esto a la luz de la denuncia que realizó Un Pasquín esta semana, donde reveló cómo las columnas de Ernesto Yamhure, publicadas durante 11 años en el periódico El Espectador, estaban manchadas por la sangre de los colombianos que murieron bajo el mando ideológico de Carlos Castaño y su grupo de Autodefensas.
Opiniones que no sólo escondían el veneno del paramilitarismo bajo el nombre de un ciudadano corriente, sino que, además, fueron las encargadas de hacer una defensa recalcitrante al gobierno de Álvaro Uribe. Así la muerte de Castaño haya ocurrido en 2004, a la fecha, no hay pronunciamientos oficiales como esos con los que se tilda públicamente de narco-guerrillero a cualquiera que entre en contradicción pública con la doctrina “uribista”.
El régimen ideológico no está en manos de personas como Yamhure, ciudadano con valores de cartulina y falso católico: público defensor de la moral, acusador de los defensores del aborto y capaz de compartir la oscura mano de la crueldad paramilitar en la intimidad de su vida “intelectual”.
La verdadera crisis de nuestra ideología está en que los círculos de opinión de los grandes medios se han convertido en espacios reservados para la burocracia y la politiquería.
Si bien hay escritores de alta factura intelectual, el pecado está en que estos deben convivir con parásitos como Yamhure, que hacen el papel de bufones a sueldo cuya misión no es la opinión libre sino la verborrea política y demagógica.
Ante este panorama, no queda más que sentirse orgulloso y afortunado de poder colaborar con este diario, donde la independencia no es un discurso sino un hecho.
@barrerajavier