Balance final
Es imposible escribir por estos días sin caer en la tentación de hacer balances. Termina el año y las Farc no sólo siguen sin desmovilizarse, ahora, más que nunca, se hace evidente su intención de permanecer aferrados a las armas hasta el fin de sus días. Se firmó el TLC y al mismo tiempo el país está parcialmente paralizado porque la precaria infraestructura vial impide el tránsito interno…y así, y así, y así.
Tal vez el problema del progreso en Colombia es que no hemos entendido que no se trata de tener, sino de construir. Por ejemplo, el TLC sin infraestructura es como comprar un televisor de última tecnología y no tener la señal necesaria para utilizarlo 100%.
En términos prácticos, es como si progresar fuera hacer sin pensar, hacer sólo por hacer. Amparado en la misma lógica del perro de carretera que persigue carros porque sí. Así mismo funcionan casi todas nuestras instituciones. Hacen por hacer, porque es más importante sumar resultados que implantar medidas útiles.
Un claro ejemplo es el proyecto de ley que busca implementar el sistema de puntos en las licencias de conducción. Una idea tan brillante que hace varios años funciona a la perfección en otros países. El problema es que son países en los que la cultura del soborno no forma parte de su realidad nacional. Pensémoslo así: si la gente compra un policía para evitar pagar una multa, ¿no estará dispuesta a pagar más por evitar perder su licencia?
Así comienza el 2012 en Colombia, un país que vive una maravillosa inercia. Un momento de movimiento constante valioso desde muchos puntos. El problema, de serlo, es que al igual que Forrest Gump, nos movemos por movernos…sin un norte específico y sólo por el placer de avanzar.
Desafortunadamente el mundo real no es una película y avanzar sin norte es lo mismo que no avanzar; al contrario, se termina por enredar el camino.
Termina el 2011 y Colombia se fortalece como la democracia más estable de América Latina, como el país que puede convertirse en aliado geográficamente estratégico del resto del continente. El reto no está en firmar más tratados. Al contrario: el 2012 debería ser el año en el que Gobierno y sociedad se esfuercen en dar orden a la sociedad y a la vagabundería política.
El rol de Santos, en este año que entra, debería enfocarse en garantizar que el crecimiento en términos de infraestructura, así como la administración local de bienes, no se convierta en una piñata en la que todos pierden y sólo gana aquel que la desocupó antes de estallarla.
@barrera.javier