¿Por qué no hay estrellas?
Confieso que no me sorprende cuando, en medio de una conversación cualquiera, las personas se preguntan ¿por qué en Colombia no hay estrellas? Tenemos pocos cantantes, pocos escritores y pocos deportistas, entre otros.
La pregunta viene acompañada de otra: ¿cómo hacen en otros países para tener tantas estrellas? La respuesta es simple: no es cierto que todos los países figuren en todo. Sin embargo, hay algo que puede dar una luz sobre por qué en Colombia no hay casi estrellas.
Un ejemplo de esta dinámica tuvo lugar el pasado jueves en Bogotá. Esa noche se reunieron en la ciudad cientos de motociclistas con un propósito: recibir donaciones para que el colombiano Johnny Hernández logre reunir el dinero que necesita para no perder su cupo en el campeonato de MotoGp.
Particulares haciendo ‘vaca’ para que no se pierda la primera representación de Colombia en la máxima categoría del motociclismo mundial. Dramático si se piensa en un deportista con el nivel del top mundial que debe recurrir a la caridad pública para poder “representar” a un país que no le ha dado nada.
La respuesta entonces es simple: en Colombia no hay estrellas porque el deporte, el arte y la producción cultural no forman parte de los intereses del Estado. Desconozco la inversión que el país hace en patrocinar “la fiesta del fútbol”, pero me atrevo a creer que la mitad de ese presupuesto podría producir más estrellas en otras disciplinas.
Cuando Juan Pablo Montoya logró convertirse en figura del automovilismo se le criticaba por antipático.
La antipatía del deportista posiblemente era la respuesta normal de aquél que nunca recibió apoyo y, naturalmente, rechazaba que su gloria fuera explotada de forma parásita por los demás.
Volviendo al tema de las estrellas se me ocurre que la verdad radica en la práctica clientelista de la política, la cual se ha convertido en una que permeó diferentes estados de la sociedad y se volvió un deber ser. Así las cosas, en Colombia sólo progresan los intereses de esas pequeñas minorías que se han logrado hacer a un poder, mafioso, de las instituciones.
Para el caso del deporte podríamos decir que el fútbol es el cáncer de corrupción que termina por segregar los demás deportes y consume el presupuesto del deporte y la oportunidad de que la imagen del país figure en otras disciplinas.
En Colombia no se producen masivamente estrellas del deporte, el arte o la cultura. Pero que esto no sea motivo de alarma. ¿Para qué preocuparse si ya una vez metimos un gol olímpico en un mundial? Pedir más es una postura de locos.