JOSÉ FÉLIX LAFAURIE RIVERA | El Nuevo Siglo
Domingo, 25 de Septiembre de 2011

¡Arauca!
¿Qué  pasa en Arauca? ¿Por qué está siendo sometido nuevamente al terror? ¿Cómo puede ser que ‘la orden’ panfletaria de unos bandidos haya detenido la actividad en más de 23.000 kilómetros cuadrados y haya confinado a sus casas a más de 200.000 colombianos de bien?
Arauca ha sido un departamento ganadero desde siempre, y petrolero más recientemente, desde la década de los 80 del siglo pasado, cuando, por fin, empezó a aparecer oro negro de este lado de la frontera. Es también uno de los departamentos de la Orinoquia que hoy miran con ojos codiciosos, además de las multinacionales petroleras que se chupan el subsuelo, también las grandes empresas de agricultura extensiva que compiten por la tierra con la tradicional actividad ganadera, que en Arauca es una verdadera cultura.
Arauca hace parte de ese inmenso entorno rural que no ha logrado integrarse plenamente al desarrollo y a la modernidad, a pesar de los avances relativos financiados con la jugosa bolsa de las regalías. Por ello, Arauca ha sido, y lo que es peor, no ha dejado de ser escenario de la violencia de todas las marcas, que aún se resiste a desaparecer bajo la acción persistente y valerosa de la Fuerza Pública.
El Eln está celebrando, con más terror, la efemérides de más de tres décadas de terror de uno de sus frentes, y no encontró mejor forma que decretar un ‘paro armado’ con amenazas para quienes transitaran por las carreteras y abrieran sus comercios. No valió la convocatoria de las autoridades civiles y militares; no valió la fuerte presencia militar en las carreteras y en los centros urbanos; los araucanos cedieron a la amenaza terrorista. Es desolador el panorama de toque de queda que mostraron los noticieros. ¿Por qué?
El terror paralizante es un fenómeno que afecta a los individuos y como tal es estudiado por la Psicología, pero también afecta a las sociedades frente a una amenaza latente, que está ahí, que puede convertirse en desgracia.
Esto sucede en Arauca. Hoy hay un operativo impresionante para conjurar la amenaza del paro armado, pero lo araucanos saben que no puede ser permanente. Y lo que es peor, saben que, a pesar de la presencia de la Fuerza Pública, la guerrilla va y viene a uno y otro lado de ese Arauca vibrador que comparten con Venezuela. Para el gobernador Ataya, “La frontera es el problema número uno para el Departamento de Arauca porque la guerrilla existe, se encuentra y sus campamentos están todavía en territorio venezolano…”
Por todo ello, a partir de un símil que me parece válido, le hago al señor ministro Pinzón y al Gobierno nacional una propuesta en nombre de los ganaderos y de toda la comarca araucana. Los ganaderos colombianos, conjuntamente con el ICA y atendiendo requerimientos de las autoridades sanitarias internacionales, creamos en esa misma frontera una Zona de Alta Vigilancia -ZAV-, con estrictos controles para evitar la circulación del virus de la fiebre aftosa proveniente de Venezuela, país que está muy lejos de nuestros esfuerzos sanitarios contra la enfermedad.
Señor Ministro: para que los araucanos puedan superar ese terror paralizante, consolide una Zona de Alta Vigilancia, una ZAV militar con estrictos y permanentes controles para que el virus de la inseguridad no circule libremente desde una país que, al parecer, a pesar de los logros diplomáticos recientes, todavía está muy lejos de nuestros esfuerzos militares contra la violencia. A los ganaderos nos ha funcionado.