JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ GALINDO | El Nuevo Siglo
Miércoles, 4 de Enero de 2012

Petro

Ha tomado posesión de su cargo el Alcalde Mayor de Bogotá Gustavo Petro Urrego, quien ya demostró ampliamente sus capacidades como legislador denunciando crímenes y corrupción; que adelantó excelentes campañas tanto para la presidencia de la República como para la Alcaldía, y que impulsó vigorosamente el destape del carrusel de la contratación en la Capital.
Desde luego, hay una gran expectativa entre los ciudadanos en torno a lo que serán sus ejecutorias, por cuanto en la última campaña no faltaron los enemigos que pretendieron cerrarle el paso con el peregrino argumento de su antigua pertenencia a una organización guerrillera, como si los procesos de paz no se adelantaran, aquí y en todas partes, precisamente para que los delincuentes políticos cambien las armas por los votos y la violencia por los instrumentos democráticos. Como si Petro no hubiera sido cobijado, como lo fue, por un indulto que lo dejó en paz y a salvo con la sociedad. Y como si no le hubiera cumplido, como le ha cumplido de sobra, a la sociedad colombiana.
No podemos desconocer que Gustavo Petro tiene ante sí el más grande desafío de su carrera pública, por cuanto los problemas de Bogotá son enormes en el campo de la contratación y las obras de infraestructura, en educación, salud, seguridad, servicios públicos, movilidad, para mencionar apenas algunos de los muchos que habrán de embargar el tiempo y las preocupaciones del nuevo burgomaestre durante su período.
Pero es injusta y arbitraria la actitud que han asumido algunos comentaristas a los que ya sabemos que les fastidia Petro, y que se han empeñado en desacreditar todas y cada una de sus propuestas, a partir de su misma formulación, desfigurándolas de entrada y descartando maliciosamente ante los lectores u oyentes todo lo bueno que ellas puedan tener, con total ausencia de la objetividad que debe presidir la tarea de los medios de comunicación.
Por el contrario, lo que se espera de quienes contribuimos a formar opinión es que, sin perjuicio de la crítica y la controversia, al menos demos oportunidad al funcionario de poner en práctica su programa y de dirigir la administración como lo tiene concebido.
En cuanto a lo hasta ahora hecho, se destaca la composición del gabinete por hombres y mujeres experimentados y serios, cuidadosamente seleccionados y con excelentes hojas de vida. Hacemos votos por el éxito de todos ellos.