JUAN ÁLVARO CASTELLANOS | El Nuevo Siglo
Jueves, 12 de Enero de 2012

 

Iniciativa propia

 

Al destapar el nuevo Gobierno de Bogotá la agenda de administración y ejecución, encontró que su primera página no es muy clara, por estrecha capacidad económica para hacer proyectos de alcance.

El Secretario de Hacienda alertó el punto esencial, al precisar que no hay recursos suficientes para obras de infraestructura. Se tendrá que buscar mecanismos que permitan asegurar financiación de lo más urgente.

Sin embargo, es bueno que tenga en cuenta que el cemento y el asfalto no son elementos para hacer obras de privilegio. En la actual situación son tan necesarios como energía, agua, acueducto y gas.

La intención de la nueva administración, tendiente a otorgar una mayor participación social, es saludable, si se refleja en los cambios previstos para el acercamiento ciudadano con el Gobierno local. Y será mejor si en todos los frentes se contribuye a borrar temores por una eventual ola de impuestos y alzas, idea que quedó flotando en el ambiente al comenzar el mandato.

Ya no sorprende si la avenida Eldorado no estará en junio, ni en octubre, de acuerdo con lo anticipado por el IDU. Lo importante es que los aplazamientos no signifiquen costos que se trasladan al ciudadano.

El Transmilenio está a punto de paralizarse en su recorrido por la Autopista Norte. Las losas se convirtieron en cráteres.

Si el Gobierno de Bogotá sigue trabajando en proyectos como Metro, Tranvía y Cable Aéreo, es mejor que lo haga con más velocidad. Ir al grano y anunciar lo decidido solo cuando vayan a comenzar las obras; eso significará credibilidad y menos desgaste de sus iniciativas.

En el mismo cuadro queda el eje ambiental para la carrera séptima, una de las obras de más discusión en los últimos meses. Luego de recibir respaldo ciudadano, el proyecto se desvanece por falta de plata.

Se requiere inversión multimillonaria para reabrir el hospital San Juan de Dios. Su edificio tendrá que reconstruirse. De hacerse, sería oportunidad para entregarlo a la Universidad Nacional, para trabajo académico y científico.

En este laberinto solo le queda a la ciudadanía organizarse en todos los frentes, con iniciativa propia, dejando tanta dependencia de sus autoridades, sin transgredir la Ley, y buscando fórmulas creativas en movilidad y transporte, los dos dolores neurálgicos más fuertes en Bogotá.