JUAN ÁLVARO CASTELLANOS | El Nuevo Siglo
Jueves, 1 de Septiembre de 2011

El trámite


“Una ola de influencia tecnológica envuelta en burocracia”


LA  colección de trámites comenzó hacia 1968, como parte de la estructura de cerca de 25 institutos y entidades descentralizadas de la administración nacional, creadas gradualmente por la época.


El objetivo -según se explicaba- era activar mecanismos prácticos para desenmarañar el papeleo en 13 ministerios, alrededor del eje central de la Presidencia de la República y, entrar en la modernidad de ese momento, con máquinas de escribir eléctricas, registradoras automáticas para el manejo del dinero, conmutadores telefónicos y pasar al radioteléfono, elemento de privilegio en los automóviles de altos funcionarios de Gobierno y ciertas empresas privadas. Era como siempre una ola de influencia tecnológica envuelta en burocracia.
Crecieron las entidades descentralizadas con la intención de acelerar servicios. Dos porteros, dos recepcionistas, un equipo de secretarias y un cuerpo de ejecutivos en varias especialidades.


Esas instituciones se consideraron novedad, en relación con viejas estructuras oficiales. Muchas cayeron en desgreño y corrupción. Con defectos y virtudes, están en pie Aerocivil, Bienestar Familiar, Icfes, Icetex, Ingeominas, Ideam, SENA, ESAP, Agustín Codazzi, Coldeportes, y Colcultura, transformado en ministerio.
Tras el asalto a sus recursos se liquidaron Idema, Incora, Insfopal y Construcciones Escolares. Si hablaran las paredes del Centro Administrativo Nacional (CAN) donde funcionaban, a grito herido contarían cómo las asaltaron, directores, funcionarios y redes externas de todas las formas de delito.


El trámite se convirtió en fachada del servicio público. Hizo obligatoria una boleta de ingreso a edificios de las entidades, según la dependencia a la que se dirigía la persona; se debía, precisar de qué se trataba la diligencia, además, pasar a una ventanilla, para pagar un determinado valor o adjuntar el número de estampillas exigidas.


Hoy los pasos se remplazaron por la manía de la fotocopia de la cédula, tres firmas, tres huellas y una boleta con fecha en sello, para que el usuario, se presente dos semanas después, a otra ventanilla, a reclamar una autorización comercial o una certificación profesional.
Se cuentan 20 intentos de todos los gobiernos en los últimos 30 años, para erradicar la cadena de trámites.  
En la calle, el oficio de tramitador es reconocido; hace años es fuente de rebusque económico para muchos. Empresas y personas particulares lo pagan bien. Los tramitadores conocen las instituciones oficiales mejor que sus directores. Algunos trabajan de manera privada para socios y directivos de grandes compañías. Con frecuencia encuentran acceso a información confidencial, por el conocimiento a fondo que tienen de los despachos públicos.
La campaña de Gobierno encontrará que, detrás del trámite, el país convive con el multimillonario monstruo de la corrupción.