JUAN ÁLVARO CASTELLANOS | El Nuevo Siglo
Miércoles, 4 de Abril de 2012

LA OTRA CARA

Don Dinero

La historia de Colombia reclama en silencio su espacio propio, consolidado por obra y gracia de personajes y situaciones que han construido para bien y para mal sus 202 años de vida republicana.

No pierde actualidad en este siglo XXI. Es espejo de ese tejido de acontecimientos, tres siglos atrás, algunos con visos de sainete, en medio del forcejeo de quienes querían mostrarse, como próceres con títulos y condecoraciones de la época, para vivir en abundancia y sentirse de mejor clase social, imitando a los virreyes.

Hoy la historia sigue en pie, pese a que se ha dejado de lado como materia de educación básica, atendiendo con exagerada obsecuencia recomendaciones no muy claras de una comisión burocrática de la Unesco hacia el final de la década de los años 80.

La historia sin flores y sin pergaminos nobiliarios debe servir de contraste en blanco y negro para acercarnos a la verdad de un país que lucha a brazo partido para derrotar su principal flagelo: la corrupción.

Esta es razón válida para un saludo póstumo a la persona y obra de Arturo Abella, maestro y amigo; periodista e historiador que entre sus mejores páginas dejó sin eufemismos, de manera directa y con sabor narrativo, su libro Don Dinero en la Independencia.

En buena hora sus hijos Abella Pachón han lanzado la tercera edición de este documento, que reseña cómo se convirtió el oficio de Encomendero en una labor deshonesta, de familias notables hacia finales de los años 1700. Es muestra de una de las primeras prácticas corruptas alrededor de los tributos de los cultivadores de la época.

Narra las vueltas y revueltas que dio la propiedad de la Hacienda Hato Grande, hoy sede presidencial, olvidada e inutilizada. Si sus paredes hablaran, contarían disputas y envidias entre Santander y Bolívar, tanto como ataques de los opositores, quienes acusaban al primero de haberse apoderado de la finca con muebles, becerros y caballos.

Abella fue directo y encontró el origen de los hechos en el cruce de cartas, mensajes y declaraciones a pluma y letra de gobernantes y dirigentes del momento.

Cierra con el capítulo sobre Francisco Antonio Zea, quien se apropió de los empréstitos otorgados al país en Londres. Nunca regresó. Siguió solicitando más crédito con las cartas de respaldo que le firmó Bolívar.

Don Dineroes retrato colombiano donde se encuentran quienes buscan fortuna, poder, títulos y medallas en medio de gentes de todos los perfiles, posando en supuesta sociedad.

Hoy esos episodios se repiten con los carruseles de la corrupción y personajes de todas las estaturas políticas, económicas y sociales.