Cinturones verdes
“Se desperdician áreas aptas para la producción alimentaria”
QUIENES se acercan a la periferia de Bogotá y de las principales ciudades del país encuentran un potencial económico y laboral abandonado en promesas y proyectos escritos y diseñados, por organismos privados o por distintos gobiernos, llenos de buenos propósitos.
En la capital las franjas montañosas del sur y el oriente se convierten en refugio de inmigrantes y, la zona occidental, es disputada por la construcción privada, tras conocer planes urbanísticos de expansión a ese territorio. En contraste se desperdician áreas de todo el perímetro, aptas para la producción alimentaria, como fuente alterna de trabajo.
Funcionarios de fundaciones nacionales y extranjeras que han llegado a esos lugares, a valorar ayudas y proyectar otras, en beneficio de familias de escasos recursos, no dejan de sorprenderse por la falta de un plan estatal, adecuado al desarrollo, para que la recuperación social sea dirigida y orientada por expertos.
La inquietud para dar una respuesta lleva a consultar archivos y revivir ideas miles de veces expuestas, para que las ayudas no se queden en lágrima y lástima y, sean herramientas, cerca a los sitios de residencia de los favorecidos. Y resulta que se encuentran los mismos proyectos de años atrás.
Esas fundaciones dicen que es loable el esfuerzo público y privado en ciertos sectores, con construcción de vivienda de interés social. Lamentan que esas obras se levantan sin acceso al desarrollo productivo. Esas personas, por mucho, ingresarán a actividades comerciales de su propia creatividad y nada más.
No se puede esperar que esos residentes beneficiados con vivienda vayan a laborar a industrias que en corto tiempo se instalen cerca y absorban mano de obra. Las condiciones topográficas no son las mejores, o se carece de vías para tránsito pesado, exigido en instalación de una factoría.
El potencial está en agricultura, con franja productiva en alrededores de las viviendas; o se utilicen terrenos aptos para cultivos, junto a forestación, en lugar de lotes abandonados.
Esa propuesta también fue hecha en 1986, cuando vino la Misión Técnica Alemana (AGZ) que sugirió vivienda urbana con espacio productivo y programa agroindustrial de exportación desde los Llanos Orientales.
Sigue oportuna, ahora que una reconocida transnacional de refrescos anuncia interés por la fruticultura colombiana.
Así despierta la posibilidad de pasar a los cinturones verdes, con sistemas comerciales, para distribución y venta de productos agrícolas a centros de alto consumo.
Ministerio de Agricultura, alcaldías, gobernaciones y sector privado, pueden emprender este objetivo, sin dañar riqueza forestal, en lugar de llenar calles con ventas ambulantes.
Los cinturones verdes demostrarán que el campo vive en la ciudad.