JUAN DANIEL JARAMILLO ORTIZ | El Nuevo Siglo
Lunes, 9 de Enero de 2012

EL SECRETO DEL UNICORNIO

 

 

Para quienes crecimos leyendo a Tintín la idea de ver su mundo fantástico en el cine, pareció siempre imposible. Encarnar a personajes tan singulares como el capitán Haddock, Bianca Castafiore, Hernández y Fernández y toda la pléyade de perfiles étnicos, sociales y criminales resultaba un trabajo irrealizable. Tanto como llevar a las pantallas “En Busca del Tiempo Perdido” de Proust, semejanza que no es en absoluto exagerada. Detrás de la creación de Hergé hay una pintura caricaturizada y hablada de la historia universal, que parte en la década de los 20 para llegar hasta la de los 70.

Hergé, el gran belga, fue además de dibujante magistral, humorista consumado y conocedor profundo de la historia. Sus libros, escritos originalmente en francés, figuran entre las obras con mayor número de traducciones, a escala global, en los últimos 50 años. Y han tenido la característica de capturar simultáneamente la atención de miles de niños, jóvenes y adultos.

Hergé tiene el don de hablar en una misma imagen a varias audiencias. El niño se divierte con el humor fácil que fluye de página a página. El amante del arte se regocija con la agilidad de sus trazos. El conocedor histórico advierte desde la urbanización vertiginosa de EE.UU (Tintín en América) hasta fenómenos tan puntuales como el coloniaje europeo en África (Tintín en el Congo), la guerra chino-japonesa (El Lotus Azul) y el advenimiento de la cortina de hierro en Europa Central (El Cetro de Ottokar).

Steven Spielberg tomó el reto muy difícil de llevar por primera vez al cine El Secreto del Unicornio, obra central de Hergé, pues allí tienen su primer encuentro Tintín y el capitán Haddock, relación en la cual se fundarán subsiguientes aventuras como El Asunto Tornasol, Objetivo La LunaLas Bolas de Cristal El Templo del Sol (en estos últimos dos nuestros héroes llegan a Perú). Y se llega a la sala de cine con la premonición de que Spielberg -quien conoció ya maduro a Tintín- nos presentará una visión desenfocada del universo tintinesco.

Ocurre exactamente lo contrario. Spielberg evidencia una vez más su genio al mostrar compenetración honda con Hergé. A quienes a muy temprana edad nuestros padres y tíos nos volvieron tintinómanos y/o tintonólogos (yo llevo ambas condiciones) El Secreto del Unicornio en digitación animada convence.

Aunque la película de Spielberg dibuja un Tintín detrás de un tesoro sumergido, sale intacta su naturaleza: un reportero minucioso, discreto, observador y lleno de coraje. La película queda en suspenso como también, para quienes se inician en el misterio de Tintín, el dibujo integral de su personalidad, donde entran su ironía y convicciones, que giran alrededor de una posición amablemente crítica del mundo esclavo del dinero y corrompido por los excesos del capitalismo. El Tesoro de Rackhman El Rojo(continuación de El Secreto del Unicornio), reto próximo de Spielberg, mostrará a un Tintín desentendido de la dimensión económica del tesoro finalmente hallado y vuelto a su profesión periodística.

Hergé y el mundo de Tintín son hoy objeto de análisis literarios de corte académico. Jean-Marie Apostolides, profesor de Stanford y Harvard, publicó hace poco “Dans le peau de Tintin” (Impressions Nouvelles, 2010) obra que estudia la dimensión política y religiosa de Tintín. Se ha escrito también abundantemente acerca de la perpetua soltería del reportero siempre joven. Pero lo hecho por Spielberg es extraordinario: acercar por fin el curioso personaje del mechón al grueso público global.

juan.jaramillo-ortiz@tufts.edu