JUAN DIEGO BECERRA | El Nuevo Siglo
Domingo, 19 de Febrero de 2012

Una conspiración

 

 

En estos días el conductor de un taxi me dio su visión particular sobre la peatonalización de la carrera séptima que el alcalde mayor, Gustavo Petro, piensa llevar a cabo en la capital de la República.

Según él, es el primer paso para un golpe de Estado, dejando las vías libres para llegar a la Casa de Nariño y el Capitolio Nacional, el primer eslabón para que la guerrilla se tome el poder por la fuerza. Así de sencillo. El conductor de ese taxi está seguro de que nuestro alcalde electo llegó al Palacio Liévano para allanar el camino al golpe.

Quizá es sólo una simple experiencia extraña, quizá un único individuo que tiene tan particulares ideas. Pero en el fondo es sólo un poco de lo que la gente en la calle empieza a creer cuando escucha a alguno de los locos que tienen poder, cuando una persona manipula sin muchos escrúpulos para esparcir sus odios sin contemplaciones.

Es claro que el caso de Petro tiene un matiz particular por su pasado guerrillero, pero no sería igual de efectivo si no estuviéramos en un país tan polarizado.

Es más que obvio decir que los rencores generados por los grupos armados ilegales aún están muy lejos de desaparecer, que la gente en la calle mantiene el discurso guerrerista intransigente y simple. Pensar en opciones diferentes en un país con pensamiento conservador como Colombia es aún una utopía lejana. Aún más cuando las guerrillas parecen servir de idiotas útiles a la causa, cuando nuestro expresidente sigue despreocupado ahondando odios nacionales desde su experiencia personal.

De nada nos sirve hoy pensar en la paz. Aún no estamos maduros para llegar a un posconflicto, para asumir como iguales a aquellos que tomaron un camino diferente, aunque equivocado. El caso del coronel Plazas Vega es quizá representativo al respecto, todos hablando de injusticias, ninguno de soluciones. Un militar en la cárcel mientras la guerrilla autora de los hechos del Palacio amnistiada, dicen unos; un asesino que no cumplió su deber, dicen otros.

Mientras sigamos pensando como víctimas no hay soluciones. Las teorías de la conspiración seguirán en la mente de los colombianos como si fuese menos sencillo pensar que todos podemos llegar a un objetivo común de beneficio general.

A la postre, izquierda y derecha son eufemismos que tienen caminos diferentes para objetivos comunes, aunque sigamos pensando que son enemigos acérrimos, como en los tristes casi cincuenta años que llevamos en medio del conflicto.

juanego18@gmail .com