JUAN DIEGO BECERRA | El Nuevo Siglo
Domingo, 21 de Octubre de 2012

Lucubraciones

 

De  repente a los colombianos se nos ocurrió que al iniciar un proceso de paz, todo iba a terminar funcionando como un reloj suizo, sin problemas, con una lógica que no se corresponde con casi cincuenta años de lucha armada. Como un saludo a la bandera. Pero es imposible que así sea por la complejidad del asunto, y lo demostraron los discursos de apertura de la semana que apenas termina.

Es claro que la guerrilla sigue con un discurso anacrónico y facilista según el cual aún son la salvación del país y la representación de las exigencias del pueblo. Es triste e irracional, quizá, pero es consecuente con los años que llevan en el monte auspiciados por el aislamiento y la lógica macartista. Por eso no puede partirse del discurso para suponer el camino que será recorrido dentro de las conversaciones, porque siguiendo al pie de la letra esos mismos lineamientos, nunca se hubiesen sentado en una mesa, ni se hubiesen comprometido internacionalmente a buscar un camino para el fin del conflicto.

El discurso de Iván Márquez fue un discurso incendiario, tal y como siempre lo ha sido, pero no puede sacarse de su contexto: la inauguración de un proceso en él sabe, tiene todas las de perder. Necesitaba mantener su línea dura para no mostrarse débil, para no simplemente mostrar la mesa como un acto de rendición en el que el Gobierno colombiano sería el único vencedor.

Por eso la posición de Humberto De La Calle se parece a la parábola del hijo pródigo, pero con un atenuante. Parece mostrar la firmeza que no se logró en los diálogos del Caguán, aclarando la posición del Gobierno en estar en completa libertad de levantarse de la mesa. Al final ese punto terminó siendo mucho más claro y recordado que las palabras vacías de la guerrilla, las dejó arrinconadas en las cuerdas, vivas para el proceso pero heridas de muerte si no se atienen a los acuerdos logrados en la fase inicial. Ese es el complemento perfecto para la luz de la esperanza, tal y como lo dijo alguna vez un expresidente, el corazón grande, pero la mano firme.

El proceso apenas comienza. De hecho, en la práctica ni siquiera ha comenzado. Dejemos de filosofar sobre un capítulo efímero del proceso, porque en el fondo esto apenas era una palomita para salir en televisión y esperemos el desarrollo de las mesas. Mientras tanto, dediquémonos a solucionar todos los otros problemas que aún tenemos, porque el proceso de paz no va a solucionarlo todo.

@juandbecerra